Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 20 de julio de 2025
Esto: que los más grandes dolores morales, el más grande de todos: el de una madre que pierde a un hijo, es transitorio... es casi fugaz... y que cuando todo nos enseña que todo es transitorio y deleznable, la razón nos obliga a rechazar la perdurabilidad de un estado moral que nos daña... ¡y está en nosotros rechazarlo!... no sólo por nuestra salud, sino porque vivimos rodeados de otros seres a quienes no debemos acongojar constantemente con el lamento de nuestras penas; porque esto es perverso y es cobarde, y es indigno de hombres como nosotros, que hemos nacido y crecido recibiendo beneficios y cariños y energías, de nuestros padres, de nuestros hermanos, de nuestros amigos.
Es probable que la soledad, la ociosidad, la privación de placeres activos, en que el hombre gasta sus energías, y, en fin, la savia de la primavera que asciende a la cabeza de los seres vivientes como a las sumidades de los árboles, le hiciera lamentar más de una vez la noble resolución que había tomado.
Así lo he conseguido gracias a Melchor que me ha prestado energías y voluntad para sobreponerme a todo... y para empezar a vivir de nuevo... como si me hubiera dado un pedazo de su gran espíritu. ¡Capaz de dárselo todo!...
Ya sé que me vas á salir con el materialismo de la misericordia.... A eso te respondo que si buenos memoriales eché, buenas y gordas calabazas me dieron. La misericordia que yo tenga, ¡...ñales! que me la claven en la frente.» Madrid, Febrero de 1889. «Basta de contemplaciones. Basta de contubernios. Basta de flaquezas. Ha sonado la hora de las energías.
La necesidad de su casamiento con Huberto le hizo intolerable la vida durante un minuto, y por un impulso de piedad hacia Juan, agitada por confusos pensamientos contradictorios, murmuró: ¡Pobre joven, pobre joven! Si me ama con todas las nobles energías de su hermosa naturaleza, ¡qué cruel será el despertar, y cuánto vacío y desesperación dejará tras sí!...
Su corazón latía con violencia lleno de extrañas aspiraciones bajo el humilde sayal franciscano. Su corazón se agitaba en la vejez acaso con más poderosas energías que en la juventud.
Claro es que la levita es el símbolo; pero lo más interesante de tal imperio está en el vestir de las señoras, origen de energías poderosas, que de la vida privada salen a la pública y determinan hechos grandes. ¡Los trapos, ay! ¿Quién no ve en ellos una de las principales energías de la época presente, tal vez una causa generadora de movimiento y vida?
El señor José comenzaba a sospechar si el mundo sería distinto de como él lo imaginaba. No sentía las mismas energías de antes para abominar de los vociferadores, que deseaban que la sociedad diese una vuelta, colocándose arriba los de abajo. El dolor le hacía tolerante. Ya no comparaba la organización social con la disciplina militar.
Si los oprimidos no hubieren tenido donde templar las energías y crearse un alma fuerte contemplando la tierra y sus grandes paisajes, la iniciativa y la audacia hubieran muerto ha muchos siglos. Todas las cabezas se hubieran inclinado ante unos cuantos déspotas y todas las inteligencias hubieran caído en una indestructible red de sutilezas y mentiras.
A medida que Melchor hablaba, dando a su voz acentos de inusitada vehemencia, Lorenzo experimentaba como un consuelo ternísimo escuchándole y deseando que continuara en su disertación, que inoculaba en su espíritu una extraña sensación de energías no sentidas.
Palabra del Dia
Otros Mirando