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Actualizado: 29 de noviembre de 2025


No sin razón decia Voltaire, haciendo resaltar la pequeñez física de Ginebra en contraste con su alto valor social, que «cuando él sacudia su peluca en aquella ciudad, cubria de polvo á todo el cantonJamas un puñado de tierra encerrado en tan estrechos horizontes fué mas encantador por su aspecto, ni mas ampliamente fecundo para la civilizacion, por sus genios eminentes y sus esfuerzos seculares en servicio de la libertad.

Dime, Martholl y se volvió hacia su amigo que se había sentado entre María Teresa y Diana, ¿Puede verse algo más hermoso, más encantador que este grupo de niñas? Se diría que están vestidas con pétalos de flores, tan delicados son los colores que llevan. Huberto se sonrió asintiendo, en tanto que su mirada contemplaba con manifiesta satisfacción el pequeño círculo.

Más arriba villorrios con los aleros apiñados, nidos de casas colocados sobre los ribazos escarpados, más arriba aún, las montañas del Tirol, lejanas, del color del aire en que flotan, y en un extremo de ese cuadro algo clásico, pero tan encantador, el viejo, viejísimo batelero, con sus largas polainas y su chaleco rojo con botones de plata, quien me paseó un domingo entero enorgulleciéndose de llevar un francés en su barca.

Aparte del interes que tienen la fachada interior del Alcázar y los altos muros que encuadran el recinto, el fondo mismo del jardin es encantador por su conjunto así como por sus preciosos detalles.

Y hacíale creer esto ver que Rocinante poco ni mucho se movía, y creía que de aquella suerte, sin comer ni beber ni dormir, habían de estar él y su caballo, hasta que aquel mal influjo de las estrellas se pasase, o hasta que otro más sabio encantador le desencantase.

Lo que allí se llama el «Real sitio do San Lorenzo» es en verdad un paraíso, un oásis encantador de verdura, corrientes bulliciosas, lustrosos rebaños y primores, en medio de una vastísima soledad de peñascos y lomas estériles.

Y sus ojos se dirigían con mayor complacencia cada vez hacia la señora Liénard. Decíase que la viuda tenía ya sus veintisiete años, que unía a un espíritu encantador, un corazón honrado, rectitud de juicio y gran sensibilidad; que sería a la vez una excelente ama de casa y una compañera ciertamente deseable.

Y cuando no los subyugaba ni los rendía el influjo encantador de la aventurera italiana, acudían en tropel a atormentarlos mil amargas cavilaciones que le herían y emponzoñaban el alma y sacaban a su rostro el color rojo de la vergüenza. ¿Qué héroe de tan ruin condición era él cuando tal dama llevaba consigo?

Te vi en tu día nupcial, cuando un intenso pudor invadía tu frente, aunque todo fuera alegría alrededor de ti y que, delante tuyo, no fuera el mundo sino Amor. En la vivificante luz que brillaba en tus ojos, haya sido cual haya sido su esencia, encontré todo lo que mi mirada dolorosa pudo hallar de encantador sobre la tierra.

Uno de los remedios que el cura y el barbero dieron, por entonces, para el mal de su amigo, fue que le murasen y tapiasen el aposento de los libros, porque cuando se levantase no los hallase -quizá quitando la causa, cesaría el efeto-, y que dijesen que un encantador se los había llevado, y el aposento y todo; y así fue hecho con mucha presteza.

Palabra del Dia

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