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Actualizado: 19 de junio de 2025


Contemplaba á su acompañante, de abajo á arriba, con unos ojos empañados por el amor. Las caricias de ella eran ascendentes, subían con lentitud voluptuosa, como suben de las profundidades azules las flores y las estrellas marinas en busca de la luz.

Uno de ellos, de grandes bigotes rubios y mejillas terrosas, miraba con los ojos empañados, como dominados por una horrible pesadilla; el otro, completamente doblado, con las manos azules y el hombro destrozado por la metralla, se encogía cada vez más y luego se enderezaba como sobresaltado, hablando en voz muy baja, como si estuviera soñando.

Deshaciéndose todo en un suspiro colosal, volvió a decir: «Isidora». Esta le miró sin hablarle, fijando en la ciclópea catadura de Bou sus ojos empañados por las lágrimas. Bou sintió que su corazón se partía en una porción de pedazos, y se expresó así con acongojada voz: «Isidora, ya que usted no quiere confiarme sus penas, le voy a confiar las mías.

Llegó la noche: Marta seguía respirando. Con la boca muy abierta, los ojos empañados cubiertos de una capa de mucosidades, me miraba fijamente. Su cuerpo parecía achicarse cada vez más, yacía todo encogida: casi parecía que no se atrevía a ocupar en la muerte el lugar, muy modesto sin embargo, que ocupaba en vida.

En los pisos bajos estaban los establecimientos de Gallarta, tabernas en su mayor parte. Algunas ventanas con vidrios empañados servían de escaparates, exhibiendo zapatos ó quincalla oxidada y vieja, restos de saldos de la villa, enviados á las minas donde todo se compra sin protesta malo y caro.

No tengo fuerzas para arrostrar el odio de una madre. Rafael se indignaba. Entonces di que no me amas. Te has cansado de . Quieres levantar las alas; te impulsa la locura de otros tiempos; deseas volar de nuevo locamente por tu mundo. La artista fijaba en él sus grandes ojos empañados por las lágrimas. Su mirada era de ternura y de lástima.

Con el estruendo de costumbre sobre el malísimo empedrado, pasaban muchos carruajes, cuyos cristales, empañados por el frío de la noche, dejaban apenas percibir la blanca forma de una dama de copete; y seguían los tranvías su trotar monótono, entretenido el conductor en regalar el oído de los viajeros con espantables sonatas de corneta.

Primitivo, después de soltar en un rincón la escopeta, vaciaba su morral, del cual salieron dos perdigones y una liebre muerta, con los ojos empañados y el pelaje maculado de sangraza.

No por qué, esos valses fascinadores, de cumplidas y ondulantes frases, que parecen dibujadas en el éter por la batuta mágica del maestro, me produjeron una profunda melancolía, trayéndome al recuerdo unos versos en que Hugo contempla, a través de los cristales empañados por el frío de la noche, el cuerpo de su amada enlazado por el brazo de un rival feliz. ¡Pero qué variado espectáculo!

Cuándo levanta un poco su gorrilla para limpiar los cristales del vagón empañados por la humedad, se ven a plena luz sus ojos, hermosamente azules y de mirar dulcísimo, que corrigen por la expresión un poco dura y fría de todo el rostro. En la solapa de la negra americana se destaca con fuerza una roseta roja.

Palabra del Dia

rigoleto

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