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Para eso sostenían los ricos el peso de las contribuciones, cuya mejor parte se llevaba el ejército. De no ser así, ¿para qué servían los soldados, que tan caros costaban, en un país que no había de sostener guerras?... Como medida preventiva, debían suprimir a los pastores perversos que sublevaban el rebaño de la miseria.

Entre ellos se encontraban varios jefes y oficiales de mérito, tanto granadinos como venezolanos, y asi como hubieron llegado á Guadaslito para dar unidad y eficacia á los esfuerzos comunes tal era al menos su propósito establecieron un gobierno, nombrando como Presidente de la República al ex-gobernador de Pamplona, teniente coronel Fernando Serrano, y á Urdaneta, á Servier y al Doctor Francisco Javier Yánes por Consejeros de Estado, con el coronel Santander como jefe del ejército.

4 Si hablaremos de entrar en la ciudad, por el hambre que hay en la ciudad moriremos en ella; y si nos quedamos aquí, también moriremos. Vamos, pues, ahora, y pasémonos al ejército de los Siros; si ellos nos dieren la vida, viviremos; y si nos dieren la muerte, moriremos.

5 Mas el ejército de los caldeos los siguió, y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; y le tomaron, y le hicieron subir a Nabucodonosor rey de Babilonia, a Ribla, en tierra de Hamat, y le sentenció. 7 Y sacó los ojos al rey Sedequías, y le aprisionó con grillos para llevarle a Babilonia.

Rodil figuró, y en altísima escala, en la guerra civil de cristinos y carlistas; y como no nos hemos propuesto escribir una biografía de este personaje, nos limitaremos a decir que obtuvo los cargos más importantes y honoríficos. Fué general en jefe del ejército que afianzó sobre las sienes de doña María de la Gloria la corona de Portugal.

Los cristianos entonces le enviaron segundo mensage, diciéndole que le dejarian pasar con su botin y sus prisioneros; pero Almanzor les contestó: «Mi ejército no tiene ya gana de pasar esas montañas y está contento aquí.

Si á don Fadrique recibimos por rey, á manifiesta servidumbre nos sujetamos, porque con su persona no podrá asistirnos, y necesariamente habrá de enviar quien en su nombre gobierne este victorioso ejército, y las provincias que por él estan sujetas. ¿Qué mayor desdicha se podrá esperar, si por premio de nuestras victorias, venimos á ser gobernados por otra mano que la propia de nuestro príncipe?. Y el mismo rey don Fadrique procurará nuestra defensa en cuanto no le estorváre á la del reino de Sicilia. ¿Pues por qué se ha de admitir tanta desigualdad?. Los trabajos, los peligros, las pérdidas para nosotros solos, pero la gloria y provecho, no solo igual, pero mayor, y más segura para el rey.

Al ejército lo seducimos y lo traemos habilidosamente a nuestra causa; al Gobierno le engañamos, y a vosotros los masones de bulla y gallardete os compramos a razón de dos pesetas por barba. Ea, ya lo sabes todo; ya puedes ir con el cuento.

Sabe que no tiene más que amigos en el ejército y que puede contar con nosotros en todas las ocasiones... Ni el uno ni los otros hicieron la menor alusión a la ausencia de Carlos a la cita dada. Y continuó el desfile...

A todos pareció peligrosa la detencion, y que debia el infante partir luego, porque el ejército no se enfriase en el gusto que tenia de su venida, y Rocafort no tuviese tiempo de concluir ni mover nuevas pláticas en deservicio del rey, y excluir del gobierno su persona.