United States or Slovakia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Que Quevedo no hizo más que ayudar como hidalgo á su amigo, y que don Juan se vió en la necesidad de defenderse. Ni siquiera ha sido un duelo. Pues entonces es necesario formar proceso á Calderón. Aconsejo á vuestra majestad que me permita echar tierra á este negocio. Pues bien, échasela; pon en libertad á don Juan y á Quevedo y que se vayan benditos de Dios á Napóles.

Doña Luz se recobró a poco, y sin resistirse a las últimas palabras de D. Anselmo, que pudo oír y entendió bien, salió del cuarto del Padre. Tres horas después el P. Enrique había dejado de existir. Raro es el ser humano cuya memoria sobrevive largos años a la muerte. El tiempo acaba con el duelo, la tierra consume el cadáver y el olvido devora los recuerdos.

En el saquito de mano llevaba las dos armas que había podido juntar para el combate, después de largas rebuscas y comparaciones entre los revólveres de los pasajeros. Los otros padrinos, que se veían mezclados en un duelo por vez primera, no le ayudaban en nada, alegando su ignorancia. Isidro, a última hora, dudaba de su trabajo.

También Gómez empezaba a sentir cierto orgullo por haber presenciado el duelo. Un espectáculo interesante que podría relatar a sus amistades.

¡Ay, ay! ¡Tan honrado y buen cristiano! y el difunto había sido, por sus picardías y por lo encallecida que traía la conciencia, digno de morir en alto puesto, es decir, en la horca. Y por este tono eran las jeremiadas. No concluía aquí la misión de las lloronas. Quedaba aún el rabo por desollar; esto es, la ceremonia de recibir el duelo en casa del difunto durante treinta noches.

Le reto para probarle delante de todos vosotros, con mi bata y mi espada, contra toda su luciente armadura blanca que me ha quitado, que fuí yo quien tuve la honra de vencer al valiente Otames. Admitió Itobad el duelo con mucha confianza, no dudando de que con su yelmo, su coraza y sus braceletes, acabaria fácilmente con un campeon que se presentaba en bata y con su gorro de dormir.

Parece cierto así lo asegura don Basilio, que Fuenleal pereció en un duelo; pero no garantiza que fuera por causas de escandalosos amoríos ni por altos motivos de pundonor militar. Mi tía permaneció fiel a la memoria de su único amor, fiel a su brillante y apuesto capitán.

No adornaban la mesa flores, a no ser las rosas de trapo de las tartas o ramilletes de piñonate; dos candelabros con bujías, altos como mecheros de catafalco, solemnizaban el comedor; y los convidados, transidos aún del miedo que infunde el terrible sacramento del matrimonio visto de cerca, hablaban bajito, lo mismo que en un duelo, esmerándose en evitar hasta el repique de las cucharillas en la loza de los platos.

Desde la muerte de su padre, o mejor dicho, desde que pasaron con los primeros días siguientes a ella los estrépitos del ceremonial del duelo y los trámites minuciosos de la preparación de los lutos, que le tuvieron cautiva la atención, había vuelto a caer en aquellas tristezas que le asaltaron de pronto al volver de su viaje de verano.

Es innegable que en la resolución que se ha tomado y en los motivos que se han alegado para tomarla se nos ha hecho el insulto más sangriento que hacer se puede. Un sujeto cualquiera, medianamente celoso de su honra, ofendido así por otro sujeto, quedaría afrentado, humillado y escarnecido si no pidiese y buscase la venganza en un duelo á muerte.