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Actualizado: 28 de junio de 2025
Bien es que sepas también lo que durante mucho tiempo he procurado ocultarme a mí misma, lo que yo veo distintamente con susto y con pena y lo que me duele confesarte.
Está para llegar a nuestra casa, y se le dice que va a servir de estorbo en ella en el sentido, que a él le duele mucho, porque cabe que traiga el infeliz sus planes muy acariciados... Pues, mujer, qué menos ha de hacer en tales casos una persona sensible y delicada, que preguntar, para evitarse un portazo en las narices: ¿estorbo o no estorbo? ¿voy o no voy?
Me había propuesto dijo una noche en la imprenta Millán a Pepe no hablarte de ciertas cosas, porque me duele recordar lo pasado; pero es necesario que sepas lo que te voy a contar, para que estés advertido. Si no andas listo, a los disgustos de ahora tendrás que añadir otros, y de peor índole. ¿Qué quieres decir? Es necesario... que vigiles a tu hermana. ¡Millán! No nos enfademos; ten calma.
Confirméselas sólo con mirarle, y se precipitó desolado en el gabinete. Luz le dijo, en cuanto le vio, contemplándole con la cara envuelta en una celeste sonrisa: » Créeme: vale más que lo que habíamos pensado, lo que va a suceder pronto. Me duele dejarte, porque tú tampoco estás aquí en tu sitio; pero ya nos hallaremos donde debemos hallarnos, y esto me consuela.
Por lo visto, todavía se encuentra usted asistiendo a la primera representación de la comedia. Yo estoy en la segunda, y puedo decir anticipadamente lo que ha de suceder. De todos modos, D. Álvaro, me duele en el alma esta indignidad que con usted se ha cometido sin merecerla.
Sus miradas se dirigen sin cesar hacia el camino, por donde, entre el polvo y el sol, las mujeres, vestidas con trajes claros, llegan a pie o en carruaje. ¿Buscas a Gertrudis? pregunta de improviso detrás de él la voz de Martín. Se estremece, violentamente sacado de su ensueño. ¿Pero qué tienes, muchacho? ¿Acaso te duele haber marrado el tiro, a estás durmiendo en pleno día?...
Lo primero llevaba buen camino: de algún tiempo atrás venían los políticos más conspicuos inclinándose a esa opinión. En cuanto a lo segundo, nos duele confesar que no tenía verosimilitud de ninguna clase.
Estoy un poco delicada; me duele el pecho; a veces me cuesta trabajo respirar y paso algunas noches sin dormir. ¿Sabe usted?, desde que me acuesto, parece que se me pone una piedra aquí... Mi hermana me manda lo que necesito para pasarlo desahogadamente y con descanso. Vivo con unas señoras muy decentes, que me quieren mucho.
Cuando Ricardo daba ya fin a su tarea de engullir y charlar, entró en el comedor Genoveva, diciéndoles: A la señorita María le duele un poco la cabeza y está descansando sobre la cama. Voy allá exclamó Marta, ausentándose velozmente. De su parte traigo para usted este recado, señorito añadió la doncella, presentándole una carta.
Hizo ademán de coger la palmatoria. Después se tapó la cara con la mano. «Yo te digo estas cosas porque son la verdad, y te pego con la verdad para que la lección escueza. Así, así es como aprendes. Bonita enseñanza, ¿verdad? Cierto que duele y hace sangre; pero padecer y aprender son sinónimos. Por tu bien es.
Palabra del Dia
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