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Actualizado: 26 de junio de 2025
Decid que cuando el alba, que roba vuestro aroma, cantos de amor jugando os susurraba, él también murmuraba cantos de amor en su natal idioma; que cuando el sol la cumbre del Koenigsthul en la mañana dora y con su tibia lumbre anima el valle, el bosque y la espesura, saluda en ese sol, aún en su aurora, al que en su patria en su cenit fulgura.
No consideró suficiente esta indiscreción, en vista de la serena indiferencia de la maestra, y pocos días después hizo una visita á la escuela, declarando á Dora de pronto todos los deseos, las esperanzas y las contrariedades que formaban lo que él llamaba «el mayor amor de mi vida». ¡Oh, general!... ¡Haberse fijado en una pobrecita como yo!...
Rodríguez Marín cita numerosos ejemplos en su edición crítica del Quijote, VI, 163. Cf. versos 702 y 1709. Los cristianos solían llamar galgos o perros a los moros. " ¿Cómo? En la calle de las Armas mora; Son señas de su casa dos balcones Azules, que al salir el sol los dora." Lope, La Niña de plata, B. A. E., XXIV, 284 a.
El héroe visitaba con frecuencia la escuela de Dora, lanzando discursos á los niños, en los que repetía que la revolución se había hecho especialmente para el fomento de la enseñanza. También se apresuraba á entrar en el salón de su mujer siempre que le avisaban que la maestrita hacía tertulia á doña Guadalupe.
Es generalmente sensualista y caprichosa: se apodera hoy de un arco, de un adorno, de una forma cualquiera, y mañana hace ya con ella mil combinaciones; busca para mejor deslumbrar los mármoles mas preciados, dora los capiteles, pinta el fondo de los relieves, engasta ópalos y cornalinas en las celosías, forma con menuda piedra los mosáicos, distribuye con profusion y de la manera mas vistosa todos los elementos de que dispone, columnas, arcos, cúpulas y cupulinos, almocárabes, cintas, hojas, entrelazos, flores; procura que cada monumento tenga su perspectiva, estudia con detencion cómo ha de sorprender los sentidos, y apela para alcanzarlo no solo al arte, sino á la vegetacion, á la naturaleza.
DORA. Le ruego que me perdone si mi visita le ha causado alguna pesadumbre. JULIA. Mi pesadumbre pasó hace ya mucho tiempo. Sin duda voy a empezar otra vez mi vida. ¡No hago otra cosa de veinte años a esta parte! DORA. Me dolería entretenerla más tiempo. Acompaña a Dora y luego entra en el salón, donde la señora anciana acude a su encuentro. LA SE
Luego sube a casa de la señorita Duval, que vive en un sexto piso; llama, y sale a abrirle una señora anciana. DORA. ¿La señorita Duval...? LA SE
FRICANDEAU. Se mecha con jamón y tocino gordo un trozo de buena ternera, y se dora en manteca; se le pone cebolla cortada a ruedas, nuez moscada, vino blanco y tomillo. Se cubre con un papel de estraza en vez de tapadera y se cuece a fuego muy suave.
No son unos indiferentes; pero consideran al mundo con relación a su querida persona. Amanse ellos en usted, si me es lícito hablar así, y la aman a usted al través de ellos. ¡Se ha pretendido erróneamente que el amor era el egoísmo de dos personas...! DORA. ¡Me tranquiliza usted...! JULIA. Los hombres no son santos; pero tienen una excusa, y es que las mujeres apenas valen más que ellos.
Las flores son las bellas mensajeras del alma que saben de las glorias que dora la ilusión. Hay pájaros sin nido, hay momentos sin calma, más, sin flores no tiene palabra el corazón! ¡Pobres flores que bajo un obscuro destino he encontrado olvidadas en medio del camino... Por vuestras gracias vibra mi lira con amor!
Palabra del Dia
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