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Actualizado: 26 de junio de 2025


He oído confidencias de caballeros que me enseñaron bastante acerca de la inocencia de las señoritas de la buena sociedad. ¡Muchas de estas mosquitas muertas podrían darnos lecciones! DORA. Desgraciadamente, es exacto; sin embargo, hay entre nosotras algunas que no están muy enteradas y que quieren aparentar que saben más de lo que saben realmente.

No puede franquearse tanto como quisiera, y eso es todo. Yo cuán bueno es; y a pesar de su talante gruñón, a pesar de las reprimendas que me echa, no dejaré de amarlo toda mi vida. Guarda silencio un instante y se pasa la mano por el rostro como para echar al rayo de sol que le dora las pestañas y hace brillar sus ojos con colores vivos y tornasolados.

Tiro al primero y cae a la orilla. ¡Pero el otro...! El otro estaba ya en lo alto en medio de la charca. Disparo sin esperanza alguna y con gran sorpresa le veo caer al agua. ¡Allí vierais a Fidel echarse al agua y nadar como un pez mientras este otro animalito, la Dora, a quien tenía sujeta por el cuello, aullaba y se estremecía de afán por seguirle!

Sígueles la Culpa, que tiembla ante la forma de cruz del madero, diciéndole la Naturaleza humana: .....Cuando De mirarla te acongojas, Es cuando entre cielo y tierra El arco de paz asoma, Y con el ramo de oliva Vuelve cándida paloma, Pidiendo albricias de que El sol, que los montes dora, El día la restituya Después de tanta penosa Noche.

SALSA A LA "MAITRE D'HOTEL". Se amasa en una cacerola cien gramos de manteca de vaca con sal, pimienta, perejil picado y zumo de limón. Se trabaja mucho, y se sirve con pescados asados. SALSA RUBIA. Con manteca de vaca se fríe un picadillo de jamón, y dora con una cucharada de harina; se sazona de sal y pimienta; se agrega el caldo necesario y se cuece un rato.

No sea indiferente ni distraída; espere a comprender el porqué de las acciones que la desconcertaron; esta revelación no le será concedida sino al cabo de un tiempo vario; con paciencia y buena voluntad, apenas se hará esperar. DORA. Muchas amigas mías me han confesado que ellas no habían experimentado nunca esta revelación.

La señorita Dora acaba de saber por un anónimo que su prometido conserva un hilo atado a la pata; es decir, que este joven no ha liquidado su pasado.

Verdaderamente es una alegre ciudad, sobre todo en las hermosas tardes en que el sol se pone detrás de las arenas del desierto y cuando dora con sus rayos el harem de Mehemet, las fortificaciones del viejo puerto, el palacio del faraón y la columna de Pompeya.

JULIA. ¿Qué entiende usted por eso...? DORA. ¡Es difícil de explicar! Hay una ciencia del amor, que se hace muy mal en no enseñar a las jóvenes. De esta suerte, las tales llegan al matrimonio sin conocer los refinamientos que agradan a su compañero. No va usted a hacerme creer que las jovencitas de hoy estén tan poco enteradas de estas cosas.

JULIA. Porque sus amigas tendrán unos esposos imbéciles o torpes; lo cual viene a ser lo mismo. O bien porque ellas serán bastante tontas y se habrán asqueado de un juego en el que no ganaban desde el primer instante. «No hay atajo sin trabajo», ha dicho un fabulista. DORA. ¡Confiese usted que todo esto resulta muy complicado!

Palabra del Dia

lanterna

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