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Actualizado: 8 de junio de 2025


Al repasar las páginas del librillo de mi vida me pareció que iba yo recorriendo larguísima y desolada calle, entre dos hileras de tumbas que aquí y allá blanqueaban a la sombra de los sauces y de los cipreses. La felicidad y bienestar de mi familia en tiempos mejores vino a sonreirme, a lastimar con sus alegres memorias mi dolorido corazón. Antes abundancia, respetos, halagos, lisonjas.

Había arrostrado el peligro por ver la caza furtiva, y ahora no le inspiraba interés. Prefería permanecer inmóvil, en dulce quietud, dolorido por la fatiga, acariciado por la paz que parecía descender de lo alto. Estaba allí como si la selva fuese suya. ¿Por qué habían de presentarse los guardas? La hermosura de la noche desvanecía su miedo, repelía de su ánimo toda posibilidad de peligro.

¿Acaso es necesario semejante juramento entre nosotros? dijo ella en tono dolorido dirigiéndole, con sus hinchados ojos, una mirada amarga y furiosa. Pero le dejó hacer. Roberto puso la mano derecha de su madre sobre la frente de la muerta; ella la acarició diciendo entre sus sollozos: ¡Lo juro, mi querida! ¡Bien lo sabes , , que yo ignoraba todo y que jamás te he exigido nada malo!

Inquieto y dolorido, cual si la cama fuera de zarzas punzadoras, Mordejai no hacía más que volverse de un lado para otro, quejándose de ardores en la piel y de picazones molestísimas, las cuales no eran motivadas, dicha sea la verdad, por cosa alguna tocante a la miseria que se combate con polvos insecticidas.

Y los dos viejos, que sólo necesitaban unas cuantas copas para ser dueños de la falla, de la plaza y del mundo entero, metiéronse en el cafetín a continuar la obra. Andresito seguía tieso en su puesto, sin mover los pies, con las piernas entumecidas y el cuello dolorido de mirar a lo alto. ¡Y la ingrata no reaparecía!

Exijo, pues, como condición para que la niña vuelva a ser lo que era que rompas inmediatamente con Fernanda y no te acuerdes más de ella. ¡Pero Amalia! exclamó con acento dolorido. Bien comprendes que es imposible. Mi boda está concertada; lo sabe ya todo Lancia: Fernanda me espera en Madrid; faltan muy pocos días... Aunque faltase un minuto. Esa boda no se celebrará.

Sus gritos pusieron en alarma a la calle toda, como las campanadas de un incendio, y por ventanas y puertas aparecieron los vecinos. ¡Qué caras y qué fachas! El gritar de Maricadalso era por momentos lastimero y dolorido, a veces amenazador y delirante.

De estos pensamientos opuestos salía por fin resignado a la realidad inexorable, dispuesto a reconocer que si la pobre muerta no había sido tan bella como la amorosa fantasía la había pintado, tampoco había sido tan mala como él la veía en el rencor del abandono. Pero, no obstante, se sentía mortificado y dolorido. El tener que renunciar a la perfección imaginada le hacía mucho daño.

¡Que te quites, chicuela! gritó enfurecida. ¡Lárgate ahora mismo! Al mismo tiempo le dio un fuerte empujón. Josefina, después de tambalearse, rodó por el suelo, dando con la cabeza en el pie de una silla. Alzose llevando la mano al sitio dolorido, pero no lloró.

Y cuando me dijo quién era, vi por primera vez abrirse ante una nueva vida... entonces... entonces... ¡oh, señor! , estaba hambriento, desnudo y sin recurso, cuando iba a robar su bolsillo; me sentía solo en el mundo, infeliz y desesperado, cuando quise robar la ternura de un padre dolorido. El anciano permanecía imperturbable.

Palabra del Dia

rigoleto

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