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Actualizado: 11 de julio de 2025


La comida estaba dispuesta para los niños, porque los papás cenarían aquella noche en casa del tío Cayetano. Jacinta se había olvidado de todo, hasta de marcharse a su casa, y no supo apreciar el tiempo mientras duró la operación de lavar y vestir al Pituso.

Al árbol sólo le queda una raíz incapaz de sostenerle; la existencia es tan menguada, que está dispuesta a cesar a la menor sacudida; el frío de la vejez, es precursor del hielo del sepulcro...

Este es el clavo, mi señor don Alejandro; éste es mi mate día y noche. ¿Cuál es nuestro delito? Sépale yo, sépale mi hijo, para la debida reparación, eso es; porque de otro modo, ¿de qué vale el buen deseo, caray? ¿de qué la voluntad mejor dispuesta? De nada, mi señor don Alejandro, de nada, ¡caray! de nada.

Sus maneras provocativas, sus alegres palabras y sus encendidas miradas, trastornaban a los hombres. Tenía la reputación de ser un tanto ligera y el inspector general recordaba que durante dos o tres meses había dado muchísimas vueltas en torno de él, encaprichada y dispuesta sin duda a concederle el beneficio de sus gracias.

Observé siempre que Gloria estaba más dispuesta a bailar que a cantar. Punteó y rasgueó la guitarra un momento y de improviso lanzó el grito prolongado, vibrante, apasionado, con que comienzan los cantos andaluces. El aire dormido se estremeció, y sobre sus alas invisibles arrastró aquel grito a través de la campiña desierta.

Por fin, se adelanta la diligencia, se aplica la escalera a sus costados, y la vaca recibe en su seno los paquetes: en menos de un minuto está dispuesta la carga, y salen los caballos lentamente a colocarse en su puesto. Es de ver la impasibilidad del conductor a las repetidas solicitudes de los viajeros. A ver, esa maleta; que vaya donde se pueda sacar. Que no se moje ese baúl.

Debía ser esta irrupción obra de doña Cristina, dispuesta á hacer comprender rudamente al médico su deseo de cerrarle para siempre las puertas de la casa. Aresti veía los ojos de los tres, fijos en él, como si le dijeran: «¿Qué haces aquí? Vete: no eres de los nuestrosEl millonario acogía con una sonrisa la solicitud con que se aproximaban á él, y le rodeaban como si temieran que escapase.

Más allá de la playa de los vascos, en una alta y escondida explanada que forman las rocas no lejos de cierta villa deliciosa, hizo alto la alegre turba, dispuesta a sentar allí sus reales para comer y sestear.

Aunque su amistad, merced a estas circunstancias, parecía bastante dispuesta a entibiarse por lo que tocaba a la parte de D. Bernardo, los esfuerzos de Hojeda no lo consintieron.

La prima mostrose complaciente y dispuesta a llevarle lo que le hiciese falta en seguida. Andrés le suplicó que guardase el secreto y lo prometió. Quedaron convenidos en que mientras ella subía al establo en busca de Rosa, él se quedaría en el pueblo para disimular. Y, en efecto, comenzó a pasear por la calle, al intento de que le viesen.

Palabra del Dia

gallardísimo

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