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Actualizado: 19 de octubre de 2025
Y, siendo alemanes todos los hombres, no tan sólo no habría conflictos internacionales, sino que no habría tampoco discusiones particulares. Todos tendríamos las mismas ideas. Los filósofos discurrirían por nosotros, y ¿quién duda de que las ideas hechas en las Universidades son siempre de mejor resultado que las que se hacen en casa? El ciudadano se proveería de ideas lo mismo que de salchichas.
Lo importante era que no subiese el nivel del agua. Y se consultaban las señales puestas en el río, promoviéndose terribles discusiones. Rafael vio que aún seguía subiendo, aunque con lentitud. Los hortelanos no querían convencerse. ¿Cómo había de crecer el río después de entrar en él el pare San Bernat? No, señor; no subía: eran mentiras para desacreditar al santo.
Además, sólidamente ilustrados, sobre todo con aquel barniz incomparable que dan el cultivo de las letras y el amor a las artes. Flotando siempre en las ideas extremas del partido a que pertenecen, nada más curioso que las discusiones humorísticas que se traban entre ellos sobre política.
Pero volviendo a mi asunto, diré que, habiendo roto completamente con mis antiguos terrores, no traté ya de moderar mi locuacidad delante de mi tía. No pasó día en que no tuviéramos a la hora de la comida discusiones que amenazaban degenerar en tempestades.
Cierto es también que en materia de literatura, un oficial de marina que entró á servir en la Aduana al mismo tiempo que yo, con frecuencia echaba su cuarto á espadas conmigo en discusiones acerca de uno de sus dos temas favoritos: Napoleón y Shakespeare; y que también uno de los escribientes del Administrador, aun muy joven y que llenaba, según se decía en voz baja, las blancas cuartillas de papel de la Aduana con lo que á cierta distancia tenía la apariencia de versos, de cuando en cuando me hablaba de libros, como de un asunto que quizá me sería familiar.
Y los Señores, despues de algunas discusiones con dichos individuos, les significaron que para proceder con mejor acuerdo, representase el pueblo aquello mismo por escrito, sin causar el alboroto escandaloso que se notaba: con lo que se retiraron. Se recibió en el acto un oficio de la Exma. Junta gubernativa, fecha de hoy, cuyo tenor es el siguiente. EXMO. SE
Jacinta hizo un mohín gracioso con fruncimiento de cejas y labios, el cual quería decir: «No me quiero meter en discusiones contigo, porque saldría con las manos en la cabeza». Y era verdad, porque el Delfín hacía las prestidigitaciones del razonamiento con muchísima habilidad. «Bueno indicó ella . Dejémonos de tonterías. ¿Qué quieres almorzar?».
ASCLEPIGENIA. Yo sabré remediarle. No me meteré en discusiones ni en consejos, sino que, a modo de broma, haré que mañana le cojan dos esclavos antes de comer, le soplen en un baño y me le laven y frieguen con pasta de almendra, y me le froten con aromoso diapasma.
Buscó la anciana entre aquella gente caras conocidas; y mira por aquí y por allá, creyó reconocer a un gitano que en cierta ocasión había visto en el Hospital, yendo a recoger a una amiga suya. No quiso acercarse al grupo en que el tal con otros disputaba sobre un burro, cuyas mataduras eran objeto de vivas discusiones, y aguardó ocasión favorable.
Estaba yo tan nerviosa por las interminables discusiones que había tenido que sostener con la abuela en los últimos días, que me eché a llorar. Genoveva me abrazó. ¡Oh! no llores, Magdalena... Qué niña eres... Nadie te obliga a casarte... Sé razonable... Razonable... Que si quieres... Cada vez lloraba más... La de Ribert parecía consternada y Genoveva, para consolarme, acabó por llorar también.
Palabra del Dia
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