United States or Lebanon ? Vote for the TOP Country of the Week !


No viendo aparecer las llamas, su marido creyó extinguido el incendio, y se glorificó por ello. Todos estos diablillos de mujeres decía a sus amigos del círculo , viven siempre en las nubes, y eso acaba mal He tomado la mía pequeñita, y he soplado sobre todas esas estupideces de romanticismo... Ahora está tranquila, y yo también... ¡Oh! ¡Dios mío!

¡Y qué hombre más encantador señor cura! ¡Su porte era majestuoso, su fisonomía noble y hermosa; tenía una barba tan bonita, recortada en punta y unos ojos tan lindos! Me detuve un instante para tomar aliento, y el cura, espantado, enderesándose tieso como esos diablillos de resorte encerrados en cajas de cartón, exclamó: ¿De dónde ha sacado usted todas esas tonterías, señorita?

Los municipales intentaban oponerse a tan peligroso ejercicio; pero la pareja de pobres hombres era impotente ante tales diablillos, y al fin adoptó la sabia determinación de sonreír con tolerancia y retirarse a un portal.

Ciertos viejos de aire magistral batían palmas ante un grupo de diablillos color de chocolate con pinceles de pelos sobre las orejas, que aprendían a bailar, moviendo grotescamente los pies y los brazos, agitando su panza con salvajes contorsiones.

Alleluia. ¡, , aleluya! ¡aleluya! le gritaba el corazón a ella... y el órgano como si entendiese lo que quería el corazón de la Regenta, dejaba escapar unos diablillos de notas alegres, revoltosas, que luego llenaban los ámbitos obscuros de la catedral, subían a la bóveda y pugnaban por salir a la calle, remontándose al cielo... empapando el mundo de música retozona.

Uno se había pintado rayas en el rostro, otro anteojos, aquél bigotes, cejas y patillas con tan mala maña, que toda la cara parecía revuelta en heces de tintero. Los pequeñuelos no parecían pertenecer a la raza humana, y con aquel maldito tizne extendido y resobado por la cara y las manos semejaban micos, diablillos o engendros infernales.

La presencia de estos adorables diablillos produjo una serie de disgustos domésticos que amargaron los últimos años de don Pablo Dupont.

El pensamiento del infierno cruzó el primero su mente, mas se distrajo en seguida mirando el feísimo papel verduzco que tapizaba las paredes, cruzado de arriba abajo por guirnaldas de flores, entre las cuales se entrelazaban largas ristras de micos que subían hasta el techo en actitudes grotescas, dándose todos las manos: pareciéronle diablillos aquellos feos animalejos y púsose a contarlos uno a uno, haciendo para seguirlos esfuerzos increíbles con la vista, y contando en todo lo que con ella abarcaba más de quinientos veinte...

Todo era cosa de los pícaros nervios, esos diablillos que se divierten en molestar a las señoras distinguidas, cuando no les ayudan en sus disimulos. Lo positivo en la desazón de la de Bringas era su tristeza, temores de todo y por la menor causa, inapetencia, principalmente una manera especial y novísima de considerar a su marido.

El sacristán y el acólito subiendo al retablo, hombreándose con la imagen de madera, colocando los cirios con simetría, consultando las leyes de la perspectiva, le parecían al cabo cómplices de no sabía qué engaño.... Además de todas estas aprensiones sacrílegas, tentación malsana del espíritu enfermo, causa de tanta lucha, sentía el tormento de la distracción; las oraciones comenzaban y no concluían; el estribillo de tal o cual piadosa leyenda llegaba a darle náuseas; la soledad se poblaba de mil imágenes, diablillos de la distracción; el silencio era enjambre de ruidos interiores.