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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Las ideas de distincion, de limitacion, de determinacion envuelven una negacion relativa, no concebimos seres distintos sin concebir que el uno no es el otro; ni seres limitados, sin concebir que carecen, es decir, que no son en algun sentido; ni determinados, sin concebir alguna cosa que los hace tales, y nó tales otros.
La marquesa, por llamarlo de algún modo, lo llamaba tés íntimos; pero es lo cierto que aunque todas las noches del invierno, ya muy cerca de la madrugada, había ese té en su casa, aquello no tenía horas fijas ni aspectos determinados, y chisporroteaba de mil modos: entre pocos, entre muchos, en tertulia plena, con media docena de ellos convidados a comer, o con otros tantos al humor de la chimenea a cualquier hora de la tarde.
Como no hago un libro de geografía ni pretendo escribir un viaje científico, siendo mi único y exclusivo objeto consignar simplemente mis recuerdos e impresiones en estas páginas ligeras, me bastará decir que el Magdalena, junto con el Cauca, forman uno de los cuatro grandes sistemas fluviales de la América del Sur, determinados por las diversas bifurcaciones de la cordillera de los Andes; los otros tres son: el Orinoco y sus afluentes, el Amazonas y los suyos, y por fin el Plata, donde se derraman el Uruguay y el Paraná.
Este hombre, educado a la rústica, clérigo de misa y olla, como vulgarmente suele decirse, tiene el entendimiento abierto a toda luz de verdad, aunque carece de iniciativa, y, por lo visto, los problemas y cuestiones que Pepita le presenta, le abren nuevos horizontes y nuevos caminos, aunque nebulosos y mal determinados, que él no presumía siquiera, que no acierta a trazar con exactitud; pero cuya vaguedad, novedad y misterio le encantan.
Cuando quisiésemos referir la idea de lo infinito á objetos determinados, por ejemplo á la extension, veríamos que estos objetos se hallan en contradiccion con la idea; no nos seria dable modificarla de varias maneras, aplicarla primero en un sentido y luego en otro muy diferente: la idea única, simplicísima se referiria siempre á un objeto único, simplicísimo; y este nó indeterminado, nó vago, como ahora, sino con la determinacion de una existencia necesaria y de una perfeccion infinita.
4 ¿Quién hará limpio de inmundo? Nadie. 5 Si sus días están determinados, y el número de sus meses está cerca de ti; tú le pusiste términos, de los cuales no pasará. 7 Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñecerá aún, y sus renuevos no faltarán. 8 Si se envejeciere en la tierra su raíz, y su tronco fuere muerto en el polvo,
Y por obedecer a don Pedro que nos llamaba, apartámonos de la linda panadera que nos empujaba con los ojos hacia él mientras se despedía de nosotros «hasta luego»; pero de tal modo, que con ello y con algo más que yo había creído notar antes, y un poco de malicia que nunca falta en los pensamientos de los hombres en determinados casos, como aquél, no pude menos de exclamar en mis adentros: ¿Si serán estos los anteojos con que mira Neluco estos lugares que tan hermosos le parecen?
El poeta sabe representarnos, como en un espejo mágico, con contornos bien determinados, hasta lo más recóndito é impalpable, hasta la imagen de la sombra del pensamiento.
De aquí no escaso desorden en la representación de las obras dramáticas, sucediendo que ciertas decoraciones se empleaban en casos determinados, por el solo motivo de que agradaban y estaban á mano, aunque no fuesen necesarias; mientras que en otros, en que no había el aparato escénico conveniente, se acudía, contra lo regular y esperado, á la imaginación de los espectadores.
Se conocía el punto de partida de Pepazos detrás de sus yeguas, y cierta querencia que éstas y otras del lugar tenían a determinados sitios de los altos; y una vez colocados los exploradores sobre aquel terreno, ni siquiera pusieron en duda la dirección que habían tomado las unas huyendo y el otro persiguiéndolas para «atajarlas». Por un palmo de nieve más o menos, no dejaba Pepazos de volver a su casa, por alejado que estuviese de ella y por muy negra que fuera la noche; y el no haber vuelto era señal de que cuando cayó en la cuenta de que estaba nevando de firme y pensó en volverse, el espesor de la nieve no bajaba ya de media vara, lo cual no podía haber ocurrido, según dictamen de los que habían visto «el aire de nevar» aquella noche, antes de las ocho y media o las nueve.
Palabra del Dia
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