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Actualizado: 1 de junio de 2025


entonces sollozos y quejidos: la agonía de un alma. ¡Desventurada! ¡Cuánto perdía con aquel silencio mío, que era la declaración de los escándalos de su madre! »El remordimiento, el dolor de herirla tan hondo y en tantos sitios a la vez, produjo en una súbita reacción.

Pero de la otra, que es la de mi hija inocente... ¡Dios bendito!... Yo no si habrá en el mundo remedio que alcance a cicatrizarla: sospecho que no; pero de algo que puede combatir el veneno y amortiguar los dolores; y con esto, aunque mal, ya se vive... Pues ese bálsamo milagroso está aquí, en una palabra, en una mirada, en un latido del corazón de ustedes; y yo vengo a preguntarles: ¿a costa de qué sacrificios, de qué humillaciones, de qué penitencias, le puedo adquirir para que viva la desventurada Luz?

Hallose ese papel entre los de mi madre cuando murió, y a con su herencia llegaron esos desdichados versos, que yo no puedo recitar sin que se me llenen de lágrimas los ojos; que si el que esos versos compuso no hubiera nacido o no viviera, ni muriera mi padre, ni mi madre fuera desventurada, ni yo tendría un cruel enemigo de mi reposo.

Sea lo que Dios quisiere de esta desventurada, que no sabía hasta qué punto de nadie conocido podía llegar su desventura. Pues qué, ¿no te basta haber envuelto en las malas redes de tus palabras traidoras, de tus engaños homicidas, a una triste que has encontrado en el mayor de los desconsuelos y en la más miserable de las orfandades?

Oíalo todo Florela, que a poca distancia estaba, entre el follaje de un bello jazmín escondida, y oyó asimismo que Margarita dijo, con la voz apenada y débil, y tan apasionada, aunque quería ocultarlo, como si su voz hubiera salido de en medio de sus doloridas entrañas: ¡Ay, señor mío, que yo también estoy espantada de misma, porque no debiendo tener ni corazón ni alma más que para la desgracia, que nunca lloraré bastantemente, del fallecimiento de la desventurada madre mía, en cosas pienso que tan lejos están de mi madre como de mi ventura!

No tarde usted un instante dijo Paz con la satisfacción de la venganza. Márchese usted inmediatamente. La desventurada huérfana se dirigió otra vez, como última esperanza, á la santa, que reposaba en su lecho con la inmovilidad y la pesadez de la estatua yacente de un sepulcro.

Dejemos ya al gran monumento de la civilizacion arábigo-hispana, tal como acabamos de describirlo, dormir un sueño secular, mientras ruedan por encima de su espaciosa techumbre las tormentosas nubes de las revoluciones, que, preñadas de calamidades, descargan sobre la hermosa y desventurada reina del Guadalquivir.

Ella os da en su hermosura, más de lo que puede soñar el enamorado más loco; en su amor un cielo; yo os doy mi alma dolorida y triste, mi pobre alma desterrada y sedienta; os amo con toda esa alma desventurada, y sólo tengo ojos y corazón y oídos para vos. ¿Qué más queréis? ¡Yo no os conocía! vos habéis amargado mi felicidad.

Quisiéramos recordarlas; mas brota aun sangre de tus heridas, desventurada Córdoba, y tememos acibarar con negros recuerdos tus inmensos males. ¡Paz, Córdoba, paz! perdona si hemos venido quizás á interrumpir tu sueño con tan lúgubre historia. Tenia ya tanto interes para nosotros lo pasado de esta ciudad de Córdoba, que sentíamos ir apurando los grandiosos hechos que lo constituían.

¿Era de esperar que Zakunine hubiera cumplido la única condición impuesta por la desventurada?... Al reconstruir con la ayuda de esas confesiones el carácter del acusado, veía Ferpierre que el juicio adverso a ese hombre, formulado por Roberto Vérod, no era fruto de la pasión.

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