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Actualizado: 24 de mayo de 2025


Gutiérrez no había sabido despertarla... Gutiérrez no me había dado la ardiente vida que yo necesitaba... El público entretanto me aplaudía... los poetas me dedicaban madrigales... yo era Filis, Venus... sol... luna... lucero ya era la incomparable Dorotea... la diosa del teatro.

Cuando D. Juan, después de adoptar una violenta resolución, subió a despertarla, al encender la luz hallola con los ojos secos y brillantes, sin apariencias de haber dormido ni de haber llorado.

Era la princesa de los cuentos que desea convertirse en pastora; y allí permanecía adormecida, a la sombra de sus naranjos, sacudida algunas veces por el recuerdo; queriendo gozar eternamente aquella calma, repeliendo con fiereza a Rafael, que intentaba despertarla como Sigfrido despierta a Brunilda atravesando el fuego. No: amigos nada más. No quería amor: ya sabía ella lo que era aquello.

Era sino del pintor despertarla fácilmente; pero como hombre bien educado y cauto sabía restañar prontamente las heridas. Por lo que a me sucede. Yo cuando quiero mucho a una mujer desearía estrujarla. Rosa no pudo menos de reír. Está visto, Marcela, que te complaces en recibir en tu casa a los hombres más desvergonzados de Madrid.

Mi madre parecía dormida; su tez estaba coloreada y su respiración era rápida. Yo temí despertarla si la besaba, y me contenté con poner mis labios sobre un extremo de su vestido. Después, me hicieron entrar en la habitación del conserje, que permitió que durmiese con sus hijos; pero yo no pude dormir a causa de mi disgusto y de los ruidos que oía.

Momentos antes de que la rosada aurora abriese de par en par las ventanas del Oriente, Satanás, que amaneció de humor campechano, envió a Lancia al más travieso y juguetón de los demonios con encargo de despertarla. Batió sus negras alas el ministro de Averno sobre la ciudad y lanzó una carcajada horrísona, estridente, que logró arrancar de las profundidades del sueño a todos sus habitantes.

Los tertulios fueron depositando un beso en la frente de la criatura, procurando no despertarla, y la nodriza se retiró. Terminaron al fin las vistas. Romillo guardó su estereoscopio, no sin recibir antes algunas miradas como saetazos del indignado Hojeda.

El modo que los portugueses emplearon para despertarla del sueño, no fue a la verdad tan dulce y tan delicado como el del cuento; pero la realidad tiene sus impurezas y aquellos tiempos eran más rudos que los de ahora. Valga esto para disculpa de los portugueses.

Sólo un héroe de corazón fuerte podía despertarla... Y al oír los pasos férreos del conquistador, los ojos de la india virgen parpadearon, extendió los brazos, y sus pechos vinieron a aplastarse sobre el peto de una armadura. Era el héroe prometido; el amor que despierta bajo la caricia del guantelete metálico; el abrazo fecundador acompañado en sus temblores por un tintineo de armas.

En aquella estancia dormían años atrás, en la cama dorada de Anita, él y ella, amantes esposos. Pero... habían coincidido en una idea. A ella la molestaba él con sus madrugones de cazador; a él le molestaba ella porque le hacía sacrificarse y madrugar menos de lo que debía, por no despertarla. Además, los pájaros estaban en una especie de destierro, muy lejos del amo.

Palabra del Dia

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