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Actualizado: 21 de julio de 2025
Rafael quería salir de esta situación, le molestaba ver a aquella mujer glacial, indiferente; tratándole con cortesía desdeñosa, sosteniendo con gran corrección las distancias para evitar la familiaridad. Pero puesto ya en la pendiente, se atrevió a seguir preguntando: ¿Y piensa usted permanecer mucho tiempo en Alcira?... Rafael creyó que se hundía el suelo bajo sus pies.
Pobre plebeyo dijo Francisca con compasión. Estoy segura de que le harás ver que es un honor para él dejarse roer el dinero por tus lindos dientecitos aristocráticos. Petra sonrió sin responder. ¡Bah! replicó Francisca sin poderse contener, una partícula no es cosa que se come... ¿Qué le vas a dar en cambio a tu marido? Nada respondió Petra desdeñosa.
Después se arrepintió de esta fuga, por considerarla una cobardía, quedando inmóvil, en actitud desdeñosa. Llegó Ricardo y se quitó el sombrero, bajando los ojos humildemente. Quería hablar, pero no encontraba las palabras. Además, ella no le dió tiempo para expresarse. ¿Qué busca usted? dijo con dureza . ¿Es que le ha despedido su gringa? Aquí no se admiten puchos de otra.
Viéndola don Juan en actitud tan indiferente y desdeñosa se amilanó por completo. Cristeta, después de complacerse unos segundos en saborear aquella turbación, dijo fríamente: Aquí me tienes. ¡Cuánto te agradezco... vida mía! No, Juan, tuya no. He venido y he hecho mal, lo sé; ahora lo siento. Pero quería suplicarte de rodillas, exigirte, si es necesario, que no vuelvas a pensar en mí.
El público y el orador tienden á fascinarse mutuamente. El primero mira y oye: no sabemos lo que es más terrible, si la mirada ó el oído. Las miles de pupilas dan vértigo. La atención de tanta gente dirigida á una sola voz confunde y anonada. El orador, por su parte, ve y oye: ve la serenidad anhelante ó desdeñosa, y oye toser.
Los Geraumont no son de nuestra sociedad respondió la de Brenay desdeñosa. ¡Ah! respondió sencillamente la abuela, que, a pesar de ser aiglemontesa, no admite tan sutiles distinciones. ¿Y usted, señora? preguntó a la de Aimont. No me halaga el exponerme a bailar con los proveedores respondió ésta. Es un baile de comerciantes, de modo que...
Primos suyos eran también, y parientes en grado más o menos cercano, todos aquellos señoritos que antes le acogían con la familiaridad un tanto desdeñosa con que los aficionados de rango hablan a los toreros, y a los que ahora comenzaba él a tratar como si fuesen sus iguales.
Era el único de entre los huéspedes del castillo que la tratase de igual a igual; todos los demás, con especial las señoras, tomaban ejemplo de la baronesa, para afectar con la pobre Beatriz aires de fina superioridad o de desdeñosa protección.
Hacía tres horas que no hablaban, y el motivo fué, como casi siempre, los fuertes pasos de Mazzini. ¡Mi Dios! ¿No puedes caminar más despacio? ¿Cuántas veces?... Bueno, es que me olvido; ¡se acabó! No lo hago a propósito. Ella se sonrió, desdeñosa: ¡No, no te creo tanto! Ni yo, jamás, te hubiera creído tanto a ti...¡tisiquilla! ¡Qué! ¿qué dijiste?... ¡Nada! ¡Si, te oí algo!
Y con esto queda en su punto la verdad que la fama pregona de la bondad de Marcela; la cual, fuera de ser cruel, y un poco arrogante y un mucho desdeñosa, la mesma envidia ni debe ni puede ponerle falta alguna. -Así es la verdad -respondió Vivaldo.
Palabra del Dia
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