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Actualizado: 27 de octubre de 2025


Los marineros, que también participaban de él, se habían descuidado, y la falúa, abandonada a misma, se acercó a la orilla y embarrancó. En vez de susto, lo que aquel lance produjo fue risa y algazara. Los marineros se remangaron los pantalones y se echaron al agua, y al momento nos pusieron a flote. Pero la paciencia del tío de Elenita había tocado a su fin.

Todo esto escuchaba Sancho, no con poco dolor de su ánima, viendo que se le desparecían e iban en humo las esperanzas de su ditado, y que la linda princesa Micomicona se le había vuelto en Dorotea, y el gigante en don Fernando, y su amo se estaba durmiendo a sueño suelto, bien descuidado de todo lo sucedido. No se podía asegurar Dorotea si era soñado el bien que poseía.

Aprendé, hermano, que veréis mil cosas de estas en el pueblo. Pasamos adelante y, en una esquina, por ser de mañana, tomamos dos tajadas de alcotín y agua ardiente, de una picarona que nos lo dio de gracia, después de dar el bienvenido a mi adestrador. Y díjome: -Con esto vaya el hombre descuidado de comer hoy; y, por lo menos, esto no puede faltar.

Fuiste envidioso, descuidado y tardo, Y á las Ninfas de Henares y Pastores, Como á enemigos les tiraste un dardo, Y tienes tu poetas tan peores Que estos en tu rebaño, que imagino Que han de sudar, si quieren ser mejores. Que si este agravio no me turba el tino, Siete trobistas desde aqui diviso, A quien suelen llamar de torbellino,

Y al decir esto avanzaba hacia el inspector general y le tendía gentilmente la mano la propia señora Liénard, que vestía una vaporosa falda de muselina y un cuerpo de lo mismo en forma de blusa que le daban una suprema elegancia. Inclinándose Delaberge contestó lo mejor que supo al apretón de aquella pequeña mano un poco tostada por el sol y después se excusó de lo descuidado de su traje.

Sea como sea dijo Juanita , agradezco a ustedes mucho el favor que me hacen. Y guardándose en la faltriquera el otro documento después de haberío leído y estimado que estaba bien, se despidió de los mercaderes y se fue a su casa. Arrebatado yo por la corriente de los sucesos, por la importancia que les doy y por la rapidez con que quiero narrarlos, he descuidado la cronología.

Si el músico alemán cruzaba por el recuerdo de Leonora, él repasaba sus libros, y afectando el exterior descuidado de aquellos artistas vistos en las novelas, llegaba allá con el propósito de hablar del inmortal maestro, de Wagner, al que apenas conocía, pero al que adoraba como a una persona de su familia... ¡Dios mío!

Pero de allí á poco el esposo, fué más afortunado que los golillas, y habiendo sabido el lugar donde don Bernardo de Beamonte se ocultaba, el día 28 de Marzo de 1633, fuése muy disimuladamente al convento, y habiendo conseguido llegar hasta la celda que servía de prisión al caballero, lo encontró descansando muy descuidado, y sin andarse con más palabras, le asesinó con un cuchillo.

Ahora está escribiendo un libro serio, como él dice, el cual debe servirle de escalón para subir a la Cámara de Diputados. Afectadamente descuidado en su traje, grave, circunspecto, económico en demasía, viene a ser una fruta imperfecta de ese invernáculo de hombres públicos, que cría productos prematuros, sin primavera, sin brisas animadoras y sin aire libre; frutos sin sabor ni perfume.

Sin ser mucho lo que he leído, el hermano Canciller os podrá decir que no he descuidado la biblioteca. Los Evangelios comentados, Santo Tomás, la Colección de Cánones.... Bueno es todo eso, pero más necesitas hoy otra clase de lecturas, algo de ciencias naturales, geografía y matemáticas.

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