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Actualizado: 16 de julio de 2025
Una noche tempestuosa su buque naufragó en el mar de Coral, junto a la costa australiana, y de los veinte hombres que componían la tripulación, sólo él y el viejo Van-Horn pudieron salvarse en un madero. No se desanimó por aquella desgracia, aunque fué para él un desastre.
El autor defiende su obra, insiste el otro, discuten acaloradamente y no llegan á un acuerdo. El amigo concluye, con énfasis profético: Hijo mío, haz lo que quieras; mi opinión leal, ya la sabes; yo creo que caminas á un desastre. ¡Ahora, tú allá!...
Algunos vecinos que habian socorrido les diéron la ménos mala comida que en tamaño desastre se podia esperar: verdad es que fué muy triste el banquete; los convidados bañaban el pan en llantos, pero Panglós los consolaba sustentando que no podian suceder las cosas de otra manera; porque todo esto, decia, es lo mejor que hay; porque si hay un volcan en Lisboa, no podia estar en otra parte; porque no es posible que no esten las cosas donde estan; porque todo está bien.
Amalia floreció enmedio de la total ruina de su casa. Ni su figura graciosa y delicada, ni su clara estirpe le valieron para llamar la atención de los hombres. El conocido desastre de la casa y la deplorable reputación de su padre y hermano pusieron en torno de ella una valla que ninguno se atrevía a saltar.
Habría andado unos cincuenta pasos, cuando un remolino ciego, loco, furioso, se arroja sobre Bettina, le abre el chal, la arrastra, la levanta, casi la hace perder pie, y da vuelta con violencia el paraguas. Esto no es nada todavía. El desastre fue completo. Bettina ha perdido uno de sus zuecos... No eran muy serios estos zuecos, eran muy bonitos para el buen tiempo.
Quizás la magnitud del desastre apagó todos los resentimientos. ¿No es triste considerar que sólo la desgracia hace a los hombres hermanos? En Cádiz pude conocer en su conjunto la acción de guerra que yo, a pesar de haber asistido a ella, no conocía sino por casos particulares, pues lo largo de la línea, lo complicado de los movimientos y la diversa suerte de los navíos, no permitían otra cosa.
Los gritos de «¡Viva España!, ¡Viva Fernando VII!» parecían sublime concierto que llenaba el espacio, como antes el ruido del cañón; y el mundo todo se estremecía con el júbilo de nuestra victoria y con el desastre de la Francia, primera vacilación del orgulloso Imperio.
La salud del rey, en momentos de hondas perturbaciones y cataclismos sociales, es de una importancia fundamental. En las guerras, como en el ajedrez que es el remedo más perfecto de las batallas, el desastre definitivo está en el jaque-mate al rey.
«Desde que salimos de Cádiz dijo Malespina , Churruca tenía el presentimiento de este gran desastre.
En otras circunstancias no le hubiese importado la pobreza; sabía que la falta de hacienda empujaba a las aventuras heroicas. Pero, ahora, su instinto presentía un amoroso desastre, a causa de aquellos bienes perdidos.
Palabra del Dia
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