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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Tenía una salud de bronce, y crecía y se redondeaba que era una bendición de Dios: los amigos de la familia la comían a besos los carrillos, y la decían verdaderas atrocidades mientras la volteaban en el aire, o la echaban una zancadilla en un corredor o en mitad de la escalera, siempre, por supuesto, a escondidas de sus padres y, sobre todo, de su hermano, que cada día era más ruin y más inaguantable, por envidioso y desabrido.

5 ¿Acaso gime el asno montés junto a la hierba? ¿Muge el buey junto a su pasto? 6 ¿Por ventura se comerá lo desabrido sin sal? ¿O habrá gusto en la clara del huevo? 8 ¡Quién me diese que viniese mi petición, y que Dios me diese lo que espero; 9 y que quisiera Dios quebrantarme; y que soltase su mano, y me despedazase! 12 ¿Es mi fortaleza la de las piedras? O mi carne, ¿es de acero?

Al decir que tal vez necesitase usted refrescar el corazón quería indicar que acaso convendría que usted desterrase de él ciertas preocupaciones de carácter amoroso que algunas veces lo suelen alterar. No tengo esas preocupaciones que usted dice, ni pienso en tenerlas, por ahora, Dios mediante respondió la señorita con el mismo gesto desabrido y dirigiéndose siempre a Rosario.

Y si el noviazgo no terminase en casamiento, ¿adónde iría yo a ocultar mi vergüenza, arrojada de este pueblo por seductora de señores ancianos? Lo de la ancianidad, tantas veces repetido, ofendió mucho a don Paco en aquella ocasión, y muy picado, y con tono desabrido, exclamó haciendo demostración de retirarse: Veo que presientes graves peligros. No quiero que te expongas a ellos por mi culpa.

¡Pues , ; mil veces !... Pero yo no puedo estar al lado de Cecilia desabrido o indiferente... Eso es muy feo... Prefiero decírselo claramente y concluir de una vez. Pues díselo. ... No me atrevo. Pues no se lo digas, y concluyamos y yo... Mejor será replicó la niña con impaciencia. ¡No hables, por Dios, así, Ventura! Se me figura que no me quieres.

Por cierto que esto tenía un poco desabrido a don Segis, el capellán de las Agustinas, aunque no osaba manifestarlo, porque no le convenía ponerse mal con su compañero. La insinuación producía efecto unas veces, otras no. Rara la dejaba caer don Benigno en los oídos de una vieja.

¡Vaya usted a votar! le dijo en tono desabrido. ¿Qué voto? le preguntó don Simón, disponiéndose a obedecer. Que le respondió el otro, pasando de largo y rebuscando ansioso callejuelas y rincones, como pastor que junta su rebaño. Continuaban doña Juana y Julieta divirtiéndose cuanto podían en Madrid, pero no satisfaciendo por completo sus aspiraciones.

Pero si el alto cielo en darme enojos No está con mi ventura conjurado, Y aqui no lleva muerte mis despojos, Quando me vea en mas felice estado, O si la suerte, ó si el favor me ayuda A verme ante Filipo arrodillado, Mi temerosa lengua casi muda Pienso mover en la real presencia, De adulacion y de mentir desnuda, Diciendo: alto señor, cuya potencia Sugetas trae las barbaras naciones Al desabrido yugo de obediencia: A quien los negros indios con sus dones Reconocen honesto vasallage, Trayendo el oro acá de sus rincones, Despierte en tu real pecho coraje La desverguenza con que una bicoca Aspira de contino á hacerte ultraje.

Y el barón, por su gesto, constantemente desabrido, por lo bronco y recio de la voz y por la brusquedad con que acostumbraba a hablarles, era para las inocentes criaturas un verdadero ogro. Iba constantemente armado de un par de pistolas; el estoque de su bastón era un verdadero sable.

Volvía a tirarle el señorío, según decía, y alardeaba impúdicamente de sus nuevas relaciones, viviendo en casa de Dupont y entregándose los dos a fiestas ruidosas. Les parecía su amor desabrido y monótono, si no lo sazonaban con embriagueces y escándalos que alterasen la hipócrita calma de la ciudad. Se han juntado dos locos continuó Fermín.

Palabra del Dia

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