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Actualizado: 20 de junio de 2025
Hoy mismo, con más denuedo que el Cid Campeador, irá a pedir a mi señor padre esta blanca mano, que tomará la rienda y le obligará a salir de su paso de mula de canónigo y a brincar y a estar más avispado que tu hermoso caballo negro.
-Para conmigo no hay palabras blandas, que ya yo os conozco, fementida canalla -dijo don Quijote. Y, sin esperar más respuesta, picó a Rocinante y, la lanza baja, arremetió contra el primero fraile, con tanta furia y denuedo que, si el fraile no se dejara caer de la mula, él le hiciera venir al suelo mal de su grado, y aun malferido, si no cayera muerto.
Este celoso párroco fué el principal móvil para que los Cochabambinos se arraigasen en la fidelidad, vinculando Dios por este medio en aquella provincia el remedio de tan detestable sublevacion: porque no bien comprendieron el altivo pensamiento de los rebeldes, de pasar á los filos del cuchillo á todos los que no fuesen legítimamente indios, cuando armados con solas lanzas y palos, salieron con denuedo, y les hicieron conocer su esfuerzo.
El vizcaíno, que así le vio venir contra él, bien entendió por su denuedo su coraje, y determinó de hacer lo mesmo que don Quijote; y así, le aguardó bien cubierto de su almohada, sin poder rodear la mula a una ni a otra parte; que ya, de puro cansada y no hecha a semejantes niñerías, no podía dar un paso.
En sueños, el avaro es generoso, y tal vez quien despierto no se desprende de un maravedí, para socorrer a un pordiosero, es capaz soñando de prodigar todas las riquezas de los Cresos y de los Fúcares. El cobarde puede soñar que es valiente. Hasta por lo mismo que despierto le humilla y le atormenta su incurable cobardía, en sueños se consuela creando y atribuyéndose el denuedo de que carece.
Y así, con gentil continente y denuedo, se afirmó bien en los estribos, apretó la lanza, llegó la adarga al pecho, y, puesto en la mitad del camino, estuvo esperando que aquellos caballeros andantes llegasen, que ya él por tales los tenía y juzgaba; y, cuando llegaron a trecho que se pudieron ver y oír, levantó don Quijote la voz, y con ademán arrogante dijo: -Todo el mundo se tenga, si todo el mundo no confiesa que no hay en el mundo todo doncella más hermosa que la emperatriz de la Mancha, la sin par Dulcinea del Toboso.
Honor al que en las filas Peleando como bueno, Consagre á sus hermanos La vida en oblacion! La palma del martirio Circundará su frente, Que de los hombres libres Tendrá la bendicion! El fuego y el acero Llevamos en las manos, Lidiemos con denuedo, Caigamos con valor, Y antes que ver la patria Revuelta por el fango, En pálidas cenizas Salvemos el honor.
Envidiarle pudiera Rocinante Al gran Pegaso de presencia brava, Y aun Billadoro el del señor de Anglante. Con no sé quantas alas adornaba Manos y pies, indicio manifiesto, Que en ligereza al viento aventajaba. Y por mostrar quan agil y quan presto Era, se alzó del suelo quatro picas, Con un denuedo y ademan compuesto.
Lejos de arredrarse con esto, el denuedo de Morsamor y de los suyos creció con la cólera y con el deseo de venganza. En una salida que el sultán hizo del alcázar con la gente que tenía cerca de sí, el sultán fue rechazado y tuvo que hacer cerrar rápidamente la puerta para que los enemigos no penetrasen en pos de él dentro del alcázar.
La tributó, uno tras otro, los homenajes y acatamientos que saben rendir los amantes finos, las caricias apasionadas, el testimonio de un amor respetuoso en la apariencia, en realidad libre y desvergonzado. La pobre Rosa, que había rechazado con denuedo las acometidas bruscas y groseras, no tuvo fuerzas para resistir este género de ataque tan diferente, tan nuevo para ella.
Palabra del Dia
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