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Actualizado: 15 de noviembre de 2025


Tomaba parte con animación en la conversación general e iba de cuando en cuando a buscar un poco de reposo al lado de Elena, que es verdaderamente una deliciosa criatura, sencilla y tierna. Si ésta da alguna vez su corazón, no será mujer de quitarlo.

No les fué difícil hallarlas, contando, como cuenta, la flora papú con variedad infinita de plantas silvestres de frutos comestibles, y de excelente sabor algunos. En las mismas orillas de aquel arroyo abundaban los mangos, fruta deliciosa; había también pombos, especie de cidros enormes, tamaños como melones, también muy sabrosos.

Conversábamos y charlábamos; sobre todo yo que le contaba los acontecimientos de mi vida, mis pequeñas tristezas, mis ensueños y mis antipatías. ¡Oh, que tarde tan dulce, encantadora y deliciosa! De Couprat trepó a un cerezo, y el árbol violentamente sacudido dejó caer sobre mi toda su carga de lluvia.

Fue, sin embargo, sumamente dura, porque la temperatura, que en Guaduas era deliciosa, se elevaba constantemente a medida que descendíamos al fondo de embudo en que está situada Villeta.

En honor de la verdad, sin embargo, conviene advertir que el triunfo del Casino no ha sido cosa muy fácil. La Naturaleza ha hecho esfuerzos prodigiosos. A veces ha organizado días espléndidos, con una temperatura deliciosa y una luz ideal. Los más amigos del Casino sentían entonces deseos de pasarse al otro bando.

Instalado entonces en el canapé del comedor, la pipa entre los dientes, admiraba a doña Augusta, que, los días de fiesta, solía limpiar con clara de huevo la caspa al teniente Conceiro. Esta hora, sobre todo en verano, era deliciosa.

A propósito de la vida interior y del alma no comprendida, el orador encontró el medio de llegar a decir que ésta era con frecuencia la resultante de un estado no comprendido: el celibato. El sombrero de la abuela no se movió, pero, delante de , una porción de plumas, opinaron con una elocuente unanimidad en pro de tan deliciosa explicación.

Así fue como se le explicó a la huérfana lo del ten con ten. Aquella noche lloró en su lecho Ana como lloraba bajo el poder de doña Camila. Pero había cenado muy bien. Al despertar sintió la deliciosa pereza que era casi el único placer en aquella vida.

Pero Juan los miraba con atención distraída; para él, todos allí eran cortesanos que se agitaban en torno de la estrella, y no tenía bastantes ojos para seguir los movimientos de María Teresa. Estaba deliciosa en aquella decoración de muebles antiguos, destacándose delicadamente sobre el fondo de oro de los viejos tapices de brocado tendidos sobre el muro.

Ese súbito renacimiento de vida, de belleza, de ternura, esa deliciosa aventura de encontrar á su mujer convertida en una joven querida llena de emoción, y tan dichosa de verse al lado de su compañero, ese milagro ¿es ficción acaso? No, sino el agradable espectáculo que se ve muy á menudo. Y si es raro entre los ricos, frecuentemente acontece á las familias laboriosas y esclavas de sus deberes.

Palabra del Dia

sans-faon

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