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Dos agentes llegaron a decirle que este cojo había salido aquella misma tarde por el ferrocarril de Arganda, montando en la estación que se halla detrás de las tapias del Retiro. Inmediatamente Mario y el delegado tomaron un coche y se fueron a dicha estación.

Pues bien manifestó Mario con creciente agitación, le confieso que yo vengo también pensando en lo mismo hace largo rato. Pero al mismo tiempo me parece tan absurdo, tan insensato, que procuro desecharlo de la cabeza como una tentación. D.ª Rafaela es una excelente amiga, una mujer buenísima... El delegado, sin abandonar su actitud reflexiva, alzó los hombros con desdén. ¡Ps!

Fue poco a poco acrecentándose el ruido de la charla y desatándose las lenguas, por donde rebosaba ya la abundancia del corazón. El que, merced a su ancianidad venerable, podía ser llamado patriarca, sonreía, aprobaba, estaba de acuerdo con todo el mundo, mientras el delegado tétrico y ceñudo se las componía lo mejor posible para disputar.

El jefe que había ordenado la ejecución anunciaba el hecho a la ciudad en estos términos, llenos de abnegación y altanería: «Participo al Gobierno delegado que el coronel don Manuel Dorrego acaba de ser fusilado por mi orden al frente de los regimientos que componen esta división.

El coche que les había llevado a la estación no servía por ser de un caballo. Mientras Mario fue a alquilar otro, el delegado telegrafiaba a los jefes de las estaciones intermedias para cerciorarse de que tanto el cojo como la mujer y el niño no se habían apeado en ninguna de ellas. Se mandó un recado a Carlota; trajeron ropa al delegado y se tomaron las disposiciones necesarias para el viaje.

Doña Celestina dijo Reyes con voz melosa, humilde, apenas perceptible, con ánimo de que el señor cura y su acompañamiento no dieran una interpretación heterodoxa a sus palabras ; doña Celestina, haga usted el favor de arrimarse a este rincón, porque ahí está usted en la corriente. Déjeme usted a , D. Bonifacio. El delegado del párroco empezó sus latines, que Bonifacio entendía a medias.

Semejante empeño requeriría un tomo en folio. Diré solamente las cosas de más bulto, tal y como vayan presentándose á mi memoria. Fundó la Universidad Alfonso XI, rey de León, padre de San Fernando. Es decir, que desde entonces el Papa fué el verdadero Rector; teniendo en ella por Delegado al Maestrescuela de la Catedral, á cuya dignidad iba anejo el cargo de Cancelario de la Universidad.

Mario se hallaba tan trastornado que quería llamar en todas las casas y preguntar por el secuestrador. El delegado procuró calmarle. Fueron a la del alcalde, y éste se levantó solícito y se prestó a ayudarles en todas las indagaciones. Llamaron al jefe de estación y a los mozos y se averiguó en seguida el mesón donde el cojo paraba. Fueron a detenerle con auto del juez municipal.

Pero no le satisface la elección hecha por la Junta de Representantes; lo que medita es tan grande, tan nuevo, tan nunca visto, que es preciso tomarse antes todas las seguridades imaginables, no sea que más tarde se diga que el pueblo de Buenos Aires no le ha delegado la suma del Poder público.

Un trajecito azul de pantalón corto y con las piernas al aire. ¿Y un sombrero claro? , señor, y un sombrero blanco. ¡Es mi hijo! gritó, y echó a correr al telégrafo, donde se hallaba el delegado.