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Actualizado: 21 de junio de 2025
Cuando el tío contestaba que porque era pobre, Lucía afirmaba que la paga de oficial retirado era más que suficiente; que además la chacha Ramoncica estaba poderosísima con lo que había ahorrado, é iba á dejarle por heredero, y que, por último, podía casarse con una rica.
»Sin embargo, debo volver a entrar, con los mejores modos, para anunciarle el peligro...». Levantó el picaporte de la puerta que se le acababa de cerrar..., pero volvió a dejarle caer. Se sentía muy débil. No había cenado. Veía chispitas rojas en el aire. Había que tomar algún alimento y dejarlo todo para mañana. Ya era, así como así, muy tarde.
¿Para qué, madre mía? dijo vivamente la señorita Margarita, que hasta entonces no había parecido prestar atención alguna al incidente. Pero, hija mía, no puede ser que esa niña no comprenda bien todo el placer que yo tendría y que debe tener ella en correr con los pies desnudos sobre el polvo, y creo conveniente por lo que pueda suceder, dejarle un pequeño recuerdo.
Quiero decirle de una vez para siempre lo que pienso de su carácter y de sus perfidias. Si no resulta tan comprometido en compañía de Jenny Hawkins, que tengamos que dejarle arreglárselas con el comisario. Pedro de Vesín movió la cabeza. ¡Ah! el mozo es muy fuerte para que pueda usted reducirle tan fácilmente. Está metido en una partida de tal índole, que se defenderá con furor.
-Todo eso me parece de perlas -respondió Sancho-; y, si no fuera por la falta que para el camino nos había de hacer Rocinante, también fuera bien dejarle colgado. ¡Pues ni él ni las armas -replicó don Quijote- quiero que se ahorquen, porque no se diga que a buen servicio, mal galardón!
La voluntad y la palabra reaparecieron; pero sólo fue para decir: «Soy ángel... ¿no lo ve?...». Pero yo quisiera... Interrumpió a la señora la aparición del Padre Nones, que no cabía por la puerta, y tuvo que inclinarse para poder entrar. Toda la estancia se llenó de una negrura triste y severa. «Aquí estoy, maestra» dijo el anciano, y la dama se levantó para dejarle el asiento.
No importaba; la reina podía llevar por capricho aquella sortija: la mano de la dama tapada, estaba cuajada de ellas; Juan Montiño lo recordaba; había visto un momento aquella hermosa mano arreglando el manto, á la última luz del crepúsculo. ¿Había elegido con intención la dama, entre todas sus sortijas, para dejarle una señal, la que tenía una esmeralda como en representación de una esperanza?
Basilio que se había propuesto reducir paulatinamente la dosis ó al menos no dejarle abusar fumando más de lo acostumbrado, le encontraba, al volver del hospital ó de alguna visita, durmiendo el pesado sueño del opio, babeando y pálido como un cadáver.
El enfermo le dijo que bajo la almohada guardaba cinco mil pesos en oro, que entonces tenía un premio de ciento veinticinco por ciento y que quería dejarlos para misas, pero que deseaba dejarle cincuenta mil pesos papel a su cuñada, que vivía en Flores, y era el único pariente que tenía. Cañete se ofreció para decir las misas.
Cristina dispuso la comida y Fernando comió mejor que los días anteriores. Después dijo, «tengo sueño», y los médicos salieron para dejarle descansar. Era costumbre en él, durante los últimos tiempos de su enfermedad, dormir una breve siesta. Aquel día, Cristina, quedose con él en la estancia y se sentó al lado del lecho real.
Palabra del Dia
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