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Actualizado: 21 de junio de 2025
Al dar á luz en el tomo segundo de la BIBLIOTECA HISPANO-ULTRAMARINA el TERCERO LIBRO DE LAS GUERRAS CIVILES DEL PERÚ, el cual se llama LA GUERRA DE QUITO, hecho por Pedro de Cieza de Leon, uno de los que componen la Cuarta parte de su gran CRÓNICA DEL PERÚ, expuse en largo prólogo cuanto sabia de este insigne historiador y se me alcanzaba de sus obras; pero además, dediqué por completo el apéndice 6.º de mi edicion á la Segunda parte de aquélla, que hoy publico con el título que Cieza anunciaba en el Proemio de la Primera, al declarar que en la Segunda trataria "Del señorío de los ingas yupangues, reyes antiguos que fueron del Perú, y de sus grandes hechos y gobernacion; qué número dellos hubo, y los nombres que tuvieron; los templos tan soberbios y suntuosos que edificaron; caminos de extraña grandeza que hicieron y otras cosas grandes que en este reino se hallan.
Ya sabe usted lo que es la disciplina. Yo era cabo en Cádiz; dieron el grito y tuve que echar detrás de los mandones, disparando tiros en contra de la religión, de la reina y todo lo antiguo y lo bueno. Es el pecado mayor de mi vida; pero Dios me lo perdonará, porque fui forzado y no tuve intención de ofenderle... Después salí del servicio y me dediqué a las cosas santas.
Además, nunca le recomendaré bastante que dedique todos sus cuidados al «guardarropa». Una mujer enamorada debe estar siempre dispuesta a las conversaciones inesperadas; a partir de los treinta y cinco años, en cuanto un hombre tiene un... motivo de conversación, quiere aprovecharlo en seguida, ante el temor de que esta conversación decaiga; esté usted siempre engalanada y emperifollada; no provoque la charla, pero compóngaselas para favorecerla.
»En Madrid permanecí de Julio de 1876 a Diciembre de 1882. El tiempo que estuve en la corte lo dediqué exclusivamente a mis trabajos de abogado y a la práctica de la caridad, como socio de San Vicente de Paúl y Asociación de Católicos. Fui también socio del Ateneo y de la Juventud Católica. Esta última sociedad me honró con el cargo de presidente de la sección de Derecho.
Como los presos estaban aburridos de su inacción, cada cual buscaba el mejor modo de entretenerse. Yo me dediqué a darles lecciones de matemáticas, y llegué a ganar algún dinero. Por la noche, a pesar de que estaba prohibido tener luz, yo leía; guardaba los trozos de tocino que daban en el rancho, les ponía una mecha con un poco de estopa y me servían para alumbrarme.
Que ni calefación ni tampoco cuarto de baño me respondió. Dicho lo cual, la buena señora me dejó plantado. En su cara se leía esa satisfacción que produce siempre el hecho de darle una lección a alguna persona impertinente. Entonces me dediqué a explorar los barrios extremos, donde hay edificaciones modernas.
Por consiguiente, dediqué mis pensamientos á la historia de Ester Prynne, que fué objeto de mis meditaciones muchas y muchas horas, mientras me paseaba á lo largo de mi habitación, ó atravesaba cien y cien veces el espacio, nada corto por cierto, que mediaba entre la puerta principal de la Aduana y una de las laterales.
Palabra del Dia
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