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Todo esto, sin darse ella mucha cuenta de lo que hacía, me lo quería hacer pagar, considerándome en extremo culpado. Lo que yo tuve que aguantar no tiene nombre. Créame V., P. Jacinto, en el pecado llevé la penitencia. Así es que me harté de amores serios para años, y me dediqué desde entonces á los ligeros. ¿Para qué atormentarse en un asunto que debe ser todo de amenidad, regocijo y alegría?

Grande fue la tristeza y desconsuelo que sentí al tener noticia de la marcha precipitada, o más bien fuga, de las monjas. Bien imaginé que debió de ser causada por la indiscreción y necedad de D. Nemesio, a quien dediqué desde entonces en mi pecho tanto odio por lo menos como debía de profesarle el juez catalán que con nosotros había viajado.

Bien sabe Dios que ya no estoy celoso. ¡Quiera El que no se cierren sus ojos, sino después de gozar de dilatada existencia, y no importa que todas sus miradas las dedique a su novio! »Desde este momento se afirma la mejoría. 9 de junio »Acentúase cada vez más la mejoría...¡Gracias, gracias, Dios mío! 10 de junio. »Su vida está ahora en manos de Amaury.

Por estas razones, por las comparaciones que puede hacerse de su lectura, y por las curiosas noticias que contiene, acerca de una provincia tan poco conocida, me hace la dedique unas páginas de este libro. El manuscrito es de grandes proporciones, así que he copilado y extractado lo que tiene más interés.

No es santo, ni es bueno, amiga mía, que al ver a un libertino en la celda de una monja... o a la monja en casa del libertino y en sus brazos, usted se dedique a pensar en Dios, con ocasión del abrazo de aquellos sacrílegos amantes.

En este momento entra en mi habitacion D. Francisco Javier de Mendoza, que ha llegado hace poco de Venezuela, y á quien conocí en casa de D. José Segundo Florez. El lector me permitirá que dedique dos líneas á estos dos nuevos personajes, que honrarán las páginas de mis humildísimos apuntes.

Estudié la medicina, y, aprovechando la guerra que a la sazón ardía en el Norte de España, vine al cuartel de Don Carlos. El nombre de mi padre me abrió todas las puertas y me dediqué a ejercer en los hospitales.... ¿Fue entonces cuando curó usted a Sardiola? Exactamente.

Yo espero que con el tiempo, y quiera Dios que no demasiado tarde, el Ayuntamiento de la culta Salamanca dedique su atención y algunos fondos á este notabilísimo edificio, comprándolo, si ya no es suyo, derribando todo lo moderno y postizo que hay en él, reforzando lo viejo y monumental, y poniendo allí un conserje que custodie y muestre á los viajeros aquellos prodigios del arte, dignos de veneración y estudio .

Esta fué la visita del grave historiador francés á la capital de Andalucía, y los estudios que para su famosa obra del Consulado y el imperio hizo en ella. La inauguración del teatro de San Fernando fué un verdadero acontecimiento, y al recuerdo de aquella gran temporada de 1847-48, bien merece que dedique algunas líneas antes de terminar este libro.

Un amor propio excesivo y un orgullo sin límites eran la consecuencia de su absoluta ignorancia; y cuando, con una habilidad y una paciencia infinitas, Teobaldo le hizo comprender poco a poco lo mucho que ignoraba, empezó por confiar menos en mismo y más en nosotros. Por mi parte me dediqué a moderar su carácter impetuoso, aunque, con frecuencia, mi dulzura no lograba desarmarle.