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Actualizado: 23 de junio de 2025
Si ella hubiese hablado un día con un joven y otro día con otro sin hacer caso de mí, quizá no me hubiera hecho efecto; pero veía que sus coqueterías me las dedicaba expresamente con intención de mortificarme, y esto me sublevaba.
Cuando un paisano mío carecía de oficio y no sabía hacer nada que le permitiese vivir en su tierra, si no tenía dinero bastante para irse a Buenos Aires, venía a Madrid y se dedicaba a ministro.
En la factoría les esperaba el agente. El Dragón entraba en el río despacio, navegando sólo con las velas triangulares del foque y alguna del palo de proa. Al meternos en el río preparábamos las cuatro anclas. Al mismo tiempo yo me dedicaba a sondar. Llenaba el agujero de la gruesa bala de sebo, le daba vueltas en el aire como una honda y la despedía lo más lejos posible.
El palacio del barrio de Monceau había sufrido una transformación interior que representaba un gasto de millones. Su dueña dedicaba á esto todo su tiempo.
Deseaba encontrar semejanzas, aunque fuesen remotas, entre la vida de Santa Teresa y la suya, aplicar a las circunstancias en que ella se veía los pensamientos que la mística dedicaba a las vicisitudes de su historia. El espíritu de imitación se apoderaba de la lectora, sin darse ella cuenta de tamaño atrevimiento. La Santa había encontrado refuerzo de piedad en el Tercer Abecedario por Fr.
Doña Elena era argentina... Pero á pesar del silencio de las doncellas, don Marcelo temía alguna denuncia del patriotismo exaltado, que se dedicaba con incansable fervor á la caza de espías, y que la hermana de su mujer se viese confinada en un campo de concentración como sospechosa de tratos con el enemigo. La señora von Hartrott correspondía mal á estas inquietudes.
»Hacía algunos meses que el conde de Pópoli visitaba con frecuencia a los señores de las cercanías, o los recibía en nuestra casa, donde tenían conferencias secretas. En fin, con gran sorpresa mía, llegué a observar que ya no se dedicaba solamente a la caza.
Ojeda adivinó por esta señal que era Nélida. Ella le miró sonriente, con la misma sonrisa que dedicaba a todos los hombres. Por primera vez se fijaba en él. Fernando la vio más alta, más joven que Teri, pero con un aspecto vulgar y atrevido que le fue antipático. Sólo sus ojos de pupilas de ámbar, que tomaban con la luz un reflejo de oro, le recordaron ¡ay! los otros.
Tristán lo demostraba por medio de una serie de razonamientos que no a todos convencían. Sin embargo, él cada día parecía más persuadido y cada día le dedicaba mayor odio.
Sentía pasión profunda, inmensa hacia la horticultura, á la cual dedicaba casi todos sus ocios; pero era una pasión honrada y platónica, porque D. Primitivo no tenía huerta.
Palabra del Dia
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