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Actualizado: 16 de julio de 2025
Se veían, pues, pero no podían hablarse. La primera carta que trajo Agapo del audaz chiquillo, no quiso Susana recibirla; encendida de rubor, dijo que no era decoroso que una señorita se carteara con ningún hombre, aunque éste fuera su primo.
Un decoroso reparo la detuvo de repente: el caso era grave... Tenía ella cuarenta y cinco años, once el niño, la hora de la noche era avanzada. ¿Cómo entrar sola en su cuarto?... Miss Buteffull apagó la palmatoria.
Pero al mes ya no se acordaba de don Álvaro; ni don Álvaro de Ana en cuanto llegó a Madrid. «¡Oh! el convento, el convento; ese era su recurso más natural y decoroso. El convento o el americano». El confesor de Anita, Ripamilán, oyó la proposición de la joven como quien oye llover.
Octavio da un salto y queda sin saber cómo de pie sobre la cama. No se puede entrar, no se puede entrar. Me estoy vistiendo. ¿Qué hora es? Las ocho y media. Pues aún tengo tiempo. Márchate, Ramona. Todo el mundo comprende que no es decoroso ni cómodo permanecer mucho tiempo en pie sobre una cama en paños menores.
Y desde el momento que una explicación era inevitable, pensó acertadamente la señora de Aymaret que sería más decoroso y menos arriesgado hacerla ella misma a la interesada, descartando por ese medio a Pierrepont.
Por otra parte, á pesar de lo poco heroica que es su naturaleza, parecía más decoroso verse también arrastrado en la caída del partido á que estaba afiliado, que no permanecer de pie cuando tantos hombres, mucho más meritorios, iban cayendo día tras día; y, por último, era eso preferible á quedarse cuatro años más en su puesto, á la merced de una Administración hostil, para verse á la postre obligado á definir su posición de nuevo, y mendigar tal vez la buena voluntad de los vencedores.
Gigantescos naranjos seculares, cuajados de rojas naranjas, sombreaban la especie de atrio ó compás en que habíamos entrado. Sus ramas subían hasta los arcos de un elegante mirador que teníamos enfrente y que sirve de fachada al único piso alto de un modesto aunque decoroso edificio.
Pero de un modo o de otro, la familia tenía que hacer esfuerzos para no desmerecer de su dignidad tradicional y mostrarse siempre en el mismo pie decoroso. «En estas críticas circunstancias me dijo después de una larga conferencia en que me agració con miradas un tanto flamígeras , la suerte de la familia depende de mí. Yo la sacaré adelante».
Después de una ausencia de muchos años, durante los cuales nadie ha logrado traerte al buen camino, ahora vuelves a España sin más objeto que hostigarme con pretensiones absurdas a que mi dignidad no me permite acceder. Harto he hecho por tí, y ahora mismo, cuando me has manifestado tu situación, te he propuesto un medio decoroso de remediarla. ¿Qué más puedo hacer?
Dijo esto con tal sentimiento, y de modo tan lúgubre, que los reproches expiraron en los labios de la tía, y se abalanzó a él, como loca, estrechándole en sus brazos, suplicándole que no volviera a proferir la terrible amenaza, si no quería verla caer muerta a sus pies. ¡Qué muchachos estos! hacen una barrabasada, y no se les ocurre mejor medio de remediarla que el suicidio; ¡bonita manera de arreglar las cosas! la suerte que son pura boca, y que del dicho al hecho... ¡Vamos! reflexionar un poquito y estudiar el medio más decoroso y fácil de salir del atolladero: treinta mil nacionales no se encuentran así como así, bajo el primer adoquín de la calle... ¡Oh, la inexperiencia y la ambición son dos caballos desbocados que llevan al precipicio a cualquiera!
Palabra del Dia
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