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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Me refiero a las elecciones. Cuando entramos en el salón de sesiones y vemos al lado del presidente a un joven decentemente vestido que en ciertas ocasiones lee con voz trémula y conmovida el resumen de los gastos y los ingresos, apenas fijamos nuestra atención en él. ¡Y no obstante, ese joven es el Secretario! ¡El Secretario! ¡Cuán poco nos figuramos lo que significa esta palabra!
Sonrió ante la suposición absurda de haberse presentado así, cuatro años antes como quien dice cuatro siglos , en aquellos duelos de París, donde padrinos y adversarios sólo podían ir decentemente en busca de la muerte con sombrero de copa de ocho reflejos.
Sólo de un modo se solemniza. Gran coche de alquiler, decentemente regateado, pero más gran familia: seis personas coge el coche a lo más. Pues entra papá, entra mamá, las dos hijas, dos amigos íntimos convidados, una prima que se apareció allí casualmente, el cuñado, la doncella, un niño de dos años y el abuelo, la abuela no entra porque murió el mes anterior.
Todavía, después de tantos años, ahora que de nadie necesito, ahora que si no soy rico, por lo menos vivo cómoda y decentemente, sin pensar en el dinero para el día de mañana, cuando recuerdo la hipócrita calumnia de Ricardo y las reticencias de don Juan, siento que me ahoga la sangre.
No se encuentra allí la austeridad de costumbres, la vida patriarcal, el buen gusto severo y el lenguaje digno y grave que reina en los antiguos salones del faubourg, pero se baila decentemente, se juega sin recurrir a las trampas y no son robados los abrigos del recibimiento. En una de esas casas es donde se encontraron el duque y la señora Chermidy.
Pero como en la mayor parte de nuestros dramas modernos se exige sala decentemente amueblada, sin artesones ni cosa parecida, los directores de escena solían decidirse en tales casos por el cielo azul.
Si el demonio se condujera generosa y decentemente haciendo dichoso a Baudelaire, Las flores del mal, que así se titula el tomo de sus versos, serían muy peligrosas, pues no habría de faltar quien quisiese entregarse también al demonio dándole culto para conseguir las mismas o mayores ventajas. Afortunadamente ocurre todo lo contrario.
He aquí que el autor ha dado su última mano a lo que sea; ya lo ha cercenado la censura decentemente; ya la empresa se ha convencido de que se puede representar y de que acaso es cosa buena. Se nos ha dicho que es de un autor muy conocido ya ventajosamente por obras literarias de un mérito incontestable. Deben desempeñar los principales papeles nuestra célebre señora Rodríguez y el señor Latorre.
Al llegar a Palencia, dejolos la vejezuela y subió un hombre grave, decentemente vestido, silencioso. Se parece a papá dijo Lucía en voz baja a Miranda . ¡Pobrecillo! Y esta vez sólo un suspiro pagó la deuda del amor filial. Caía ya la noche; andaba el tren lentamente, como si temblase de pavor al confiarse a los raíles, y observó Miranda que llevaba notable retraso.
Amanece, pues, el gran dia, y empieza en las casas de los fieles muslimes la faena de los lavatorios, que no concluye sino en el atrio de la mezquita; porque los viernes es obligatoria la asistencia á la azala del templo, y obligatoria tambien una ablucion general de todo el cuerpo, la cual no puede hacerse cómoda y decentemente sino en el propio hogar.
Palabra del Dia
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