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Actualizado: 17 de junio de 2025
Dice Curopalates que estas tres dignidades no tienen particular ocupacion á que acudir, y que al César le llaman señor; palabra tenida por soberbia, y debida solo á Dios en los tiempos antiguos aún de los mismos Emperadores, pues leemos de Augusto, de Tiberio, y de algunos otros que jamás consintieron que les llamasen señores.
Para hablar con propiedad, la manzanilla no tiene mas que una accion aguda, porque aun en las afecciones crónicas en que está indicada, solo las constituye en realidad una lesion funcional debida á un esceso de irritabilidad.
Llámale, acaba, que todo el tiempo que tardo en tomar la debida venganza de mi agravio parece que ofendo a la lealtad que a mi esposo debo.
Grandes debates tuvieron, y divididos en pareceres se mostraban entrambos amigables componedores, hasta que cansados por el fastidio, más que no convencidos por buenas razones, ejecutoriaron por capítulo principal, primero callar tal descubrimiento con la debida discreción, teniendo presente entre varios fundamentos la soberbia condición y brazo fuerte de aquel misterioso don Lope.
En el lugar correspondiente llevo explicado con la debida extension cuál es, ó al menos cuál debe ser, el sentido del principio de Descartes.
No te lo negaré: me mortificó y afligió un poco este desengaño en el primer momento; pero después lo reflexioné todo con la madurez debida, y mi mortificación y mi aflicción se convirtieron en gozo. El chico es excelente. Yo le he tomado mucho más afecto desde que está conmigo.
Se fatigó de aquellas calurosas expresiones de amor que no encontraban la debida correspondencia. Tristán cada día más frío, más serio, más encerrado en sí mismo, detenía sus caricias y congelaba sus expansiones. El malestar fue creciendo y el alejamiento de los esposos haciéndose más ostensible.
En la fiebre nerviosa grave, gástrica-nerviosa, tifoídea, la quina corresponde al estado de adinamia debida principalmente á las grandes pérdidas del organismo; se observa una flojedad con sudores ó flujo que aniquilan más y más.
Sí, por cierto: la hay tanto en las Sagradas Escrituras como en los Estatutos de la ciudad. Los magistrados que no han hecho caso de ella, tendrán que culparse á sí propios, si sus esposas ó hijas se desvían del buen sendero. ¡El cielo se apiade de nosotros! buena dueña, exclamó un hombre ¿no hay por ventura más virtud en la mujer que la debida al temor de la horca? Nada peor podría decirse.
-Eso juro yo bien -dijo el cura-, y aun me hubiera quitado un bigote. -Yo callaré, señora mía -dijo don Quijote-, y reprimiré la justa cólera que ya en mi pecho se había levantado, y iré quieto y pacífico hasta tanto que os cumpla el don prometido; pero, en pago deste buen deseo, os suplico me digáis, si no se os hace de mal, cuál es la vuestra cuita y cuántas, quiénes y cuáles son las personas de quien os tengo de dar debida, satisfecha y entera venganza.
Palabra del Dia
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