United States or Germany ? Vote for the TOP Country of the Week !


Lo reciente que es este último libro, el buen sentido de su autor, su instrucción y erudición, su espíritu religioso y católico, su culto constante á la belleza, y el aplomo y la mesura con que procede antes de emitir sus apreciaciones, le dan un mérito indisputable, bastando su lectura, hecha con atención debida, para poner al lector al corriente y en poco tiempo de cuanto se sabe hoy acerca de nuestra literatura dramática en este período tan interesante de su formación.

-Pero, ante todas cosas, es menester que esta buena dueña y esta mala doncella pongan el derecho de su justicia en manos del señor don Quijote; que de otra manera no se hará nada, ni llegará a debida ejecución el tal desafío. -Yo pongo -respondió la dueña. -Y yo también -añadió la hija, toda llorosa y toda vergonzosa y de mal talante.

Era una fea historia de pasión vulgar, de ilusión y de desilusión, que no hay para qué sacar de la celda secreta de los recuerdos amargos de Godfrey. Este sabía desde hacía tiempo que le había sido debida en parte a un lazo que le tendió Dunstan, quien había visto en aquel casamiento degradante de su hermano el medio de satisfacer a su vez su odio celoso y su codicia.

De aquí, segun algunos, el llamarse comunmente esta capilla de la Sangre; pero hay quien escribe que es debida esta advocacion á un triste caso de tremenda profanacion ocurrido por los años de 1482 con el tesorero de la catedral D. Pedro Fernandez de Alcaudete, que habiendo escondido en el Sacrificio la Hostia Sacramentada en un zapato, fué sorprendido en este abominable delito por el rastro de sangre que dejó su pié en dicha capilla.

Pero ahora se apoderó de Ester la idea de que Perla, con su notable precocidad y perspicacia, había llegado ya á la edad en que podía hacerse de ella una amiga y confiarle mucho de lo que causaba el dolor de su corazón maternal, hasta donde fuera posible teniendo en cuenta la consideración debida á la niña y al padre.

La única creación de que podía envanecerse era debida al azar de unos amoríos de pueblo, al inconsciente olvido de una hora de placer... Y este hijo, obra suya, carne de su carne, prolongación de su propia personalidad, no podía ni tan sólo públicamente reconocerlo; caminaba a su lado y no le podía decir: « eres hijo mío»; no podía hablar con él sino de cosas sin ningún interés...

1 En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bien es al hombre no tocar mujer. 3 El marido pague a la mujer la debida benevolencia; y asimismo la mujer al marido. 4 La mujer no tiene potestad de su propio cuerpo, sino el marido; e igualmente tampoco el marido tiene potestad de su propio cuerpo, sino la mujer. 6 Mas esto digo por permisión, no por mandamiento.

Otro defecto real, que se ha observado alguna vez en las obras de Lope, es que precipita el desenlace de sus dramas, sin la preparación debida y sin causa interior que lo justifique.

El fisiólogo comprendió que era de todo punto imposible la realización de aquel matrimonio. Por la noche, hallándose a solas, se lo hizo entender así a su esposa con la debida suavidad: no habría exageración en decir timidez. Expuso las razones que tenía para hallar tal unión desacertada, todas rigorosamente científicas y basadas en los últimos progresos de la antropología.

Porque es hora ya de manifestar, aunque con la debida reserva, que el mayordomo de D. Félix había perdido bastante de su prístina fortaleza en el comercio de las bellas, según se aseguraba. Tenía las piernas temblonas y estaba más averiado que un visir. ¡Ea! ya está formado el montón.