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Actualizado: 18 de junio de 2025


Los fuertes deben aplastar á los débiles: los débiles deben apelar á la astucia y la maldad para salvarse de los fuertes. A nadie hemos pedido venir al mundo, y nadie nos exigirá cuentas cuando volvamos á confundirnos con la tierra.

Añadamos que en la época en que Hahnemann proclamaba la necesidad de las dósis muy débiles, las llamadas infinitesimales, exigia imperiosamente un régimen rigoroso, mejor dicho, imposible.

Sacramento no era hermosa, sino bonita: pequeña, delgada, extremadamente blanca, los ojos de un azul muy claro, los labios finísimos, tan pobres de color que parecían exangües: los brazos débiles, el talle largo, el pecho apenas pronunciado, todo el cuerpo menudo y grácil, como de adolescente que no ha llegado a su completo desarrollo.

Lo que está permitido es alabar, sin que en eso haya límite ninguno; porque es probado que en la alabanza ni puede haber demasía, sobre todo para el alabado, ni puede dejar de haber verdad y justicia. Por esta razón yo me he propuesto alabarlo siempre todo, y a este principio debo la gran publicidad que se ha permitido a mis débiles escritos.

Aresti sonreía amargamente. ¡Ay: estaba bien discurrido aquel asedio, para apoderarse lentamente de la mujer, llegando por medio de ella hasta la dominación del esposo! De ellos era principalmente la culpa, ¿Qué habían de hacer unos seres débiles, faltos de dirección, arrastrados por el especial sentimentalismo del sexo hacia todo lo absurdo?

Pero hasta en tales producciones, las más débiles de nuestro poeta, se muestra su extraordinario talento en algunas escenas, no indignas, sin duda, de los mejores que le siguieron. Á este género pertenece, prescindiendo de su falta de interés dramático, la excelente pintura de la desenfrenada vida de los soldados, que se halla en la Soldadesca.

Estoy consumida, ya lo ves; no llores; me has abandonado un poco en este último tiempo; ¡pero estaba yo tan áspera!... Nos volveremos á ver, Máximo, y nos explicaremos, hijo mío... ¡No puedo más!... Recuerda á tu padre lo que me ha prometido. ¡, en el combate de la vida, fuerte y perdona á los débiles!... Pareció extenuada, se interrumpió un momento; en seguida, levantando un dedo con esfuerzo, y mirándome fijamente: ¡Tu hermana! dijo.

El arrugado viejo se erguía, sus mortecinos ojos brillaban como débiles pavesas; movía el cayado cual si aún estuviese pinchando á los enemigos. Luego venían los consejos: detrás del viejo bondadoso levantábase el hombre feroz, de entrañas duras, formado en una guerra sin cuartel. Hacíanse visibles sus fieros instintos, petrificados en plena juventud é insensibles al paso del tiempo.

Preciso es, para utilizar las propiedades del aloes y obtener felices resultados, administrarle á dósis débiles, si bien con cierta continuidad algunas veces. Es utilísimo en las plétoras de la cabeza, del pecho, del abdómen, cuando dependen de un raptus sanguíneo que tenga su punto de partida del sistema de la vena porta.

Era éste un hombre de mediana estatura, frágil, y vestido con arreglo á las leyes de la más estricta elegancia inglesa. Bajo la ancha frente, su rostro, según aparece en la hermosa caricatura que le hizo Cappiello, se modelaba sobre la línea vertical de un perfil lleno de voluntad. Hablaba en voz baja, y sus manos, débiles y blancas, accionaban muy poco. Parecía distraído.

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