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Las figuras de los remadores se levantaron acompasadamente sobre los bancos. Y la voz de los patrones gritando: ¡Hala avante! ¡hala duro! rompió con brío el silencio de la noche. Pero los tirones eran tan débiles con relación a la masa, que el buque apenas se movía.

He visto en un puertecito algunos viejos pilotos que, demasiado débiles, resignaban sus funciones; empero no lograban resignarse con su nuevo estado, y arrastrando una vida miserable, acababan por perder el seso. En lo más alto de Saint-Michel hay una plataforma llamada de los Locos. En mi vida he visto sitio más adecuado para producir la locura que esa mansión vertiginosa.

, ven; mira que el mejor día sabrás que me dió un supiritaco y estoy de muerte, o enterrado, y que no volverás a ver a tu maestro. no quieres creer que ya estoy viejo. Pues, hijo mío, ¡nada más cierto! Las piernas están más débiles cada día; la cabeza no anda de lo mejor.... ¡Ya es tiempo! ¡A mi edad todo es decadencia!

Las pulsaciones son irregulares é intermitentes manifestándose una pulsacion fuerte y llena despues de dos débiles.

Bastan generalmente estas débiles dósis para las sales de oro; algunas veces se debe recurrir á dósis mas elevadas, tales como 5 centígramos de la sustancia para 500 gramos de agua destilada, administrando una sola cucharada todas las tardes.

Fortunato, que era la bondad misma, se precipitó á su socorro y recibió algunos puntapiés y alguna que otra tarascada, pero no retrocedió y empezó á desabrochar á Clementina, que lanzaba débiles quejidos. Le mojó concienzudamente las sienes con agua de Colonia y le hizo aspirar un frasco de sales.

Acampaban junto a vuestros muros, pasaban todos los días ante vuestras puertas a la hora de vuestro sueño. No les habéis visto porque eran débiles, porque se arrastraban humildes. Negabais su existencia porque no proferían amenazas. Ni piedad ni misericordia tuvisteis con ellos cuando aún era tiempo...

Laura, trasladada a la estancia, comenzó a mejorar, excitada por el sol y el aire áspero del campo. Pero tuvo una recaída y murió. Acaso no vino a sostener sus débiles fuerzas una suficiente voluntad de vivir.

Temblábale todo el cuerpo, volvió a extender los brazos hacia Ana... dio otro paso adelante... y después clavándose las uñas en el cuello, dio media vuelta, como si fuera a caer desplomado, y con piernas débiles y temblonas salió de la capilla.

Las nuevas generaciones desconocían a los viejos, se negaban a recibir de sus brazos, fatigados y débiles, el fardo de odios y esperanzas. Salvatierra miraba con tristeza al grupo de los trabajadores. No le conocían o fingían no conocerle. Ni una sola mirada se había fijado en él.