Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 13 de junio de 2025


El virrey se quedó algunos segundos pensativo; y luego, levantándose de su asiento, puso la mano sobre el hombro de su secretario: Amigo mío, lo hecho está bien hecho; y mejor andaría el mundo si, en casos dados, no fuesen leguleyos trapisondistas y demás cuervos de Temis, sino duendes, los que administrasen justicia.

Más quisiera oír los graznidos de todos los cuervos del coto, y los maullidos de todos los gatos del pueblo, que tu modo de destrozar la música seria. Te he dicho mil veces que cantes los cantos de la tierra. Eso, tal cual, se puede tolerar. Tu voz es flexible, y no te falta la gracia que ese género requiere. Pero tu malhadada manía de cantar a lo fino, no hay quien la resista.

¡Ve usted! repuso ella, sacudiendo la cabeza y cruzando las manos. Enmudecieron. En la campiña se oía el ronco graznido de los cuervos; tras el biombo, la niña lloriqueaba, inconsolable. Nucha se estremeció dos o tres veces. Por último articuló dando con los nudillos en los vidrios de la ventana: Entonces seré yo....

Y, en diciendo esto, se acercó a la sima; vio no ser posible descolgarse, ni hacer lugar a la entrada, si no era a fuerza de brazos, o a cuchilladas, y así, poniendo mano a la espada, comenzó a derribar y a cortar de aquellas malezas que a la boca de la cueva estaban, por cuyo ruido y estruendo salieron por ella una infinidad de grandísimos cuervos y grajos, tan espesos y con tanta priesa, que dieron con don Quijote en el suelo; y si él fuera tan agorero como católico cristiano, lo tuviera a mala señal y escusara de encerrarse en lugar semejante.

En el aire gris, una nube de cuervos avanzaba en el aire, siguiendo aquel ejército funesto, para devorar sus despojos. Martín, atendiendo a la impresión de Catalina, volvió prudentemente hasta llegar de nuevo al barrio francés de Arneguy. Entraron en la posada. Allí estaba el extranjero. ¿No le decía a usted que nos veríamos todavía? dijo éste. . Es verdad.

Tal vez con motivo de esta solemnidad universal consigamos su indulto, y usted podrá presenciar todas nuestras fiestas. Pero el profesor abandonó repentinamente este ensueño optimista. Vió con la imaginación á su amado gigante tendido en la playa, inerte como un cadáver, las carnes verdosas y descompuestas por el veneno y revoloteando sobre su rostro, en fúnebre espiral, miles y miles de cuervos.

¡Qué se pretende con avisar a mi padre! Debió respetarse la voluntad de mi madre, que no le llamó cuando estaba moribunda. Porque vosotros lo habéis estorbado. Pero harto sabéis que su último suspiro fué para él. ¡Cuervos! ¡Lobos! ¡Basta de insultos, que la paciencia se me acaba! ¡Y el mayor cuervo! ¡Y el mayor lobo! DON FARRUQUI

Ahora que me he puesto los aros no me falta nada para asustar a los cuervos.

Pero su padre, don Federico, y usted no saben dónde ponerla, y querían que Su Santidad la santificara. ¡Ella dará el pago!, ¡ella dará el pago!, y si no, ¡al tiempo! Cría cuervos... ¿De qué sirve, Mariquita, cuanto he procurado ilustrar tu entendimiento, si no has llegado siquiera a adquirir la poca superioridad necesaria para sobreponerte a necedades sin valor ni importancia?

Todo el grueso del ejército carlista entraba, en su retirada de España, por el barranco de Roncesvalles y por Valcarlos. Una porción de comerciantes se había descolgado por allí, como cuervos al olor de la carne muerta, y compraban hermosos caballos por diez o doce duros, espadas, fusiles y ropas a precios ínfimos.

Palabra del Dia

aconséjele

Otros Mirando