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Cerca de ellos, algunos viejos jamelgos alazanes, cuyos lomos cubrían sendas pieles de perro, comían su escasa pitanza, mientras que los carreteros unos infelices reclutados en Alsacia , envueltos en grandes capas agujereadas, dormían, a pesar del frío, con el sombrero sobre los ojos y los brazos cruzados, en los escalones de la iglesia.

Era todo el talento de Pepe Castro en el orden moral. Los demás que poseía referíanse enteramente al físico. Se habían disipado las nubes que cubrían la frente de Clementina. Mostróse locuaz y risueña. Fué pródiga de caricias con su amante en la hora que con él estuvo.

Había allí, en medio de una encrucijada en forma de estrella, un pabellón rústico, adornado su exterior por multitud de plantas trepadoras. El interior estaba decorado con sencillez y eran sus muebles de una elegante rusticidad. Por los ventanales del pabellón cuya luz tamizaban las plantas que a medias los cubrían, distinguíanse hasta perderse de vista las verdeantes avenidas del parque.

A un lado surgían entre los campos los altos edificios del ensanche, los grupos aislados de casas que eran como las avanzadas de una población desbordada y en continuo avance. Al otro se cubrían las orillas de la ría de almacenes, tinglados y grúas, elevándose el carbón en montañas, sin dejar un espacio de muelle libre.

Et amatores Saraceni adduxerunt nonnullas virgines in habitu virili, quali nunc utuntur feminæ Bæticæ, et olim utebantur etiam Christianæ degentes inter Mauros; vocant MANTOS ET ALMALAFAS. Si los hombres con sus mantos cubrian la cabeza, como usan hoy los árabes y africanos, facilmente se comprende que una muger envuelta en su almalafa pudiese confundirse con un varon mancebo, sobre todo si era la almalafa un manto tupido y fuerte, y no un velo fino y trasparente como el theristro, que usaban las mugeres en los paises cálidos de Oriente segun el testimonio de varios SS. PP. comentando los pasages del Génesis en que se hace mencion del velo de Thamar y de Rebeca.

Pronto descansaremosLas columnas, en su retirada, cubrían centenares de kilómetros. Desnoyers sólo veía una de ellas. Otras y otras efectuaban idéntico retroceso á la misma hora, abarcando una mitad de la anchura de Francia. Todas iban hacia atrás con igual obediencia desalentada, y sus hombres repetían indudablemente lo mismo que los oficiales: «No comprendemos... No comprendemos

Me envolví en mi manta, vestido, corrí las cortinas que cubrían los cristales, la luna inundó mi cuartujo, y en compañía de un punch organizado a la ligera y de una serie de cigarros, esperé tranquilo la mañana.

Afeitóse bien su barba de ocho días; vistióse una camisa, cuyos cuellos, aunque doblados por arriba un par de dedos, le cubrían la mitad de las orejas; cepilló y se puso su chaquetón pardo y su sombrero de copa negro-verdoso; empuñó su bastón de acebo chamuscado; aseguróse bien de que no falseaban las correas de sus zapatos de becerro, y dijo al elegante secretario de su amigo, como si toda la vida le hubiese tenido á su servicio: Vamos andando.

La gran caida, adornada toda de flores, se había convertido en comedor: una gran mesa en medio para treinta personas, y al rededor, pegadas á las paredes, otras pequeñitas para dos y tres. Ramilletes de flores, pirámides de frutas entre cintas y luces, cubrían los centros. El cubierto del novio estaba señalado por un ramo de rosas, el de la novia por otro de azahar y azucenas.

Las orejas se le transparentaban, los ojos parecían dos ascuas, y el cráneo le lucía como un espejo convexo. Los singulares objetos que le rodeaban, ó los que cubrían las paredes de la habitación, aumentaban el terror del estudiante.