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Actualizado: 29 de junio de 2025
D. Pascual Silva Braga, se dijo: Que en todas sus partes reproduce el dictámen del Sr. D. Cornelio Saavedra. Por el Sr. Dr. D. Cosme Argerich, se dijo: Que habiendo caducado la suprema Autoridad, debe esta reasumirse en el pueblo, y por consiguiente interinamente en el Exmo.
Volví a contar el dinero en presencia de todos. ¡Cabalito! ¡Tiene usted razón! murmuró don Juan. ¡Usted dispense! Don Cosme no se dió cuenta de lo que pasaba. Porras me detuvo al paso, y, poniendo sus manos en mis hombros, me dijo dulcemente: ¡Este hombre no tiene remedio! ¿Quién le manda a usted gastar esas corbatas... tan bonitas¡ ¡Paciencia, joven! ¡Paciencia!
A Cosme de Xerez 400 rs. por el carro de la Asunción de nra. Señora. A Hernando Manuel 20 ducados por la danza de Torneo de á caballo. Al mismo por sacar la Tarasca, mojarrillas y dos salvajes. A Diego de Tejeda 400 rs. por un carro de Las Tiendas del mundo. A Pedro Montiel 40 ducados por el carro de los Desposorios de Cristo con la naturaleza humana «que tiene 7 figuras.»
D. Restituto se enfureció y anunció su propósito de demandar a Cosme y pedirle indemnización de daños y perjuicios. De él no se burlaba nadie; estaba resuelto a hacer que se respetase su propiedad. Desde allí se corrieron a los maizales, y el párroco mostró a su compañero con extremado gozo el estado magnífico de las plantas.
Hasta la bahía se hallaba aletargada; un gallardo queche blanco se mantenía inmóvil; dos paquetes de vapor, con la negra y roja chimenea desprovista de su penacho de humo, dormitaban, y solamente un frágil bote, una cascarita de nuez, venía como una saeta desde la fronteriza playa de San Cosme, impulsado por dos remeros, y el brillo del agua, a cada palada, le formaba movible melena de chispas.
Esta provincia se compone de pueblos, todos ellos tan semejantes los unos a los otros que visto uno están vistos los demás; y aunque usted los tiene observados, le mando el plano del de Candelaria y el de Concepción, para que pueda satisfacer la curiosidad de otros. Sus casas son de teja, a excepción de los de San Cosme y Jesús, que la mayor parte son de paja.
Dió dos ó tres vueltas por la sala. Vió dos ó tres veces á su mujer. Cada vez le pareció más hermosa y más inocente. Pero, señor, ¿y lo que yo mismo he oído? se dijo. Y volvió á dar otras dos ó tres vueltas. ¡Luisa! dijo al fin. ¿Qué queréis? respondió tranquilamente su mujer. ¿Ha estado alguien aquí? Ha estado Cosme Aldaba. ¡Ah! ha estado ese bribón de Aldaba. ¿Y qué quería?
Eso no puede ser. Tened toda la queja que queráis, pero no lo digáis á nadie dijo Cosme Aldaba. ¿Y os soltarán...? dijo Montiño. Indudablemente. Pero yo me quedaré aquí. ¡Vos, marido mío! Sí, sí por cierto; como que me acusan de haber dado muerte á vuestro amante.
Le dominaban dos pasiones: la de controvertir y disputar, y otra, muy dulce y pacífica, el tresillo nocturno en casa de Sarmiento, con el P. Solís, don Cosme, y algunos más. Baltronero como el mejor, a causa de la vehemencia de su carácter, cuando tomaba la palabra era imposible cortarle la hebra del discurso.
Pues ese es don Cosme, gritan todos, el que vive aquí a la vuelta. Y no se desgañite para decirle al público: «Señores, que no hago retratos personales, que no critico a uno, que critico a todos. Que no conozco siquiera a ese don Cosme». ¡Tiempo perdido! Que el artículo está hecho hace dos meses, y don Cosme vino ayer. Nada. Que mi avaro tiene peluca y don Cosme no la gasta. ¡Ni por esas!
Palabra del Dia
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