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Fué interrumpido aquí el ilustre Gerif por el alcalde del Ayuntamiento viejo por mil excusas y cortesías, las que subieron de punto así que vió a María ser como el astro que presidía aquel sarao. Bien habéis hecho añadió a Gerif en corregir de tal modo al alguacil por su demasía, siendo mi venida por curiosidad y festejo, y de modo alguno por enmienda ni admonición.

Ello fue que Mochi se volvió con rapidísimo gesto, vio a Reyes y se deshizo en cortesías.... En el palco todos envidiaron aquello, hasta el brigadier Gobernador militar de la provincia; y más envidiaron la sonrisa con que la dama de la capota se atrevió a acompañar el saludo de Mochi, muy satisfecha, al parecer, de haberle advertido su distracción.

Mas nada me divertía tanto como ver a cada instante en la puerta de un jardín, dos mandarines panzudos que para entrar se hacían infinitas zalemas y cortesías, sonriendo, todo un ceremonial dogmático, que les hacía oscilar de un modo picaresco sobre las espaldas las largas plumas de pavo.

Este le va llevando a casa todos sus amigos, que se deshacen en cortesías y genuflexiones, le abruman a sonrisas y lisonjas. Pero el mandarín, apenas se digna dirigirles la palabra. Toda su saliva la gasta con la esposa del chino. Le hace ver la población, los monumentos más notables, los contornos pintorescos. Nada; el mandarín no tiene ojos más que para la china.

El cura salió haciendo cortesías, sin más conversación y sin que Paz se moviera para despedirle. La pobre niña se quedó sentada en una butaca baja, puestos los codos sobre las rodillas y apoyada la cara en las manos, por entre cuyos dedos se le escapaban las lágrimas, que ni podía ni quería contener.

María de la Paz había adquirido en el período de la decadencia el hábito de dormir la siesta, y ya durante los últimos Agnus Dei del rezo estaba haciendo cortesías con los ojos cerrados. Lázaro subió con el mayor desconsuelo, por no haber logrado tampoco aquella vez el objeto de su constante afán.

Más claro, veo en ese refinamiento un coquetismo, una ridiculez, y creo que la ridiculez y la coquetería no son un homenaje tributado al público, ni á la actriz, ni á la mujer. El tenor se retiró haciendo cortesías exageradas, y ella quedó en la escena inclinada hácia el público, como la red que baja al fondo para rastrear algo. La actriz no se engañaba; el público aplaudió.

Volvió otra vez el caballero que habló a don Quijote, y díjole: -Vuesa merced, señor don Quijote, se venga con nosotros, que todos somos sus servidores y grandes amigos de Roque Guinart. A lo que don Quijote respondió: -Si cortesías engendran cortesías, la vuestra, señor caballero, es hija o parienta muy cercana de las del gran Roque.

Estrechéle, al fin, por segunda vez la velluda mano, con los ofrecimientos y las cortesías de costumbre, y con un «adiós» a todos los presentes, corté los cumplidos con que me despedían, y me largué. Resuelto a que no me cogiera la noche cerrada en el camino, saqué al pobre animal que me conducía, los ijares y hasta las asaduras a espolazos. Por un milagro de Dios llegó vivo a casa.

Volvió la fundadora a sermonearle, pues no se contentaba con promesas, y se despidió diciendo que si no estaban el jueves, se podía quedar con ellos. Salió el Sr. Pepe, haciendo cortesías, hasta media calle, y las dos señoras subieron despacio hacia la del Ave-María. «Bueno dijo Guillermina ; antes de separarnos, quedaremos en algo. ¿Quiere usted ir a mi casa? ¿Sabe usted dónde vivo?».