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Actualizado: 24 de octubre de 2025


Eran el director de escena, el apuntador, un traspunte y un hombre gordo y pequeño, de panza extraordinaria, vestido con suma corrección, muy blanco, muy distinguido en sus modales; era el signor Mochi, empresario y tenor primero... y último de la Compañía. Otros grupos taciturnos vagaban por el foro, eran los coristas: el cuerpo de señoras estaba sentado en corro a la izquierda.

Unos se hacen vecinos y se dedican a coristas endémicos para todas las óperas y zarzuelas que haya que cantar, y otros consiguen un beneficio en que ellos pasan a primeros papeles y, ayudados por varios jóvenes aficionados de la población representan alguna obra de empeño, ganan diez o doce duros y se van a otra provincia a tronar otra vez.

El tío, que había tomado muy en serio el papel de Argos, estaba, como de costumbre, leyendo un periódico, sentado en su sillón gótico, del cual no se levantaba más que cuando Cristeta decía: «que me voy a mudar». Entonces se trasladaba a un rincón del pasillo, y situándose bajo un mechero de gas, seguía leyendo, charlaba con el bombero de servicio o daba palique a alguna de las coristas que andaban de un lado para otro pidiéndose prestados los peines, la borla de los polvos o la mano de gato.

Después de sentada, y cuando ella se iba haciendo cargo de lo que tenía delante, la admiración persistía; en vano los coristas, que estaban solos en escena, como los gallegos del cuento, mal presididos por un partiquino, que sólo se distinguía por unas botas de fingida gamuza y por desafinar más que todos juntos, en vano gritaban como energúmenos; el público distinguido de butacas y palcos atendía el espectáculo civil que le ofrecía Emma; los abonados de las faltriqueras, que no veían la sala sin echar el cuerpo fuera del antepecho, se asomaban por grupos para ver a la de Reyes, y los de la faltriquera de la tertulia de Cascos saludaron a Bonis y a su señora; el brigadier comandante general de la provincia estaba entre ellos, y también inclinó la cabeza.

La dicha investigación, la prueba y el cuidado se ordenan sólo para las figurantas, coristas y otra gente de segundo ó de tercer orden. Digo esto no en tono de broma, sino con la mayor gravedad. Lo demostraré con un ejemplo.

Hasta las coristas parecían otras al descender a tierra. Contestaban a los saludos de Maltrana con una discreción de grandes señoras que abandonan su incógnito. Ya estaban en América. La fortuna, indudablemente, les reservaba gratas sorpresas. Había que hacerse valer, olvidando las promiscuidades del buque.

Va a ser famosa continuó Isidro con entusiasmo . Asistirán señoras, muchas señoras; todas las coristas de la opereta, que me han oído desde puertas y ventanas sin entenderme seguramente, pero ahora me contemplan con respeto y cuando paso junto a ellas murmuran algo que debe ser de admiración... Venga usted con nosotros. Fernando se excusó: pensaba retirarse inmediatamente a su camarote.

Era difícil, al oir esta canción, no pensar en unas cuantas coristas balanceando voluptuosamente las caderas. Los carlistas hablaban ya de traición. Con el fracaso del sitio de Irún y con la retirada de don Carlos, los curas navarros y vascongados empezaron a dudar del triunfo de la causa. Con la proclamación de Sagunto, la desconfianza cundió por todas partes.

El vencedor de los infieles era el barítono Minghetti, que lucía dos espuelas como dos soles, y tenía un vozarrón tremendo, no mal timbrado y lleno de energía. En vano la Reina le pedía perdón, colgándosele del cuello, previo el despejo de la sala, cubierta de coristas, todos ellos viles cortesanos. El barítono no transigía; huía de los brazos de la Reina y llamaba a gritos a la otra.

Lástima grande que le gustasen tanto las coristas de la opereta y sólo supiera hablar de París, como si en el resto del mundo no existiesen mujeres. Zurita saludó a la joven con un gesto de antiguo galán y no se ocupó más de ella. ¡Interesante la muchacha!... Pero él tenía su familia a bordo, sus niñas y cuñadas, y deseaba evitar a todas ellas relaciones de amistad que podían ser peligrosas.

Palabra del Dia

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