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Actualizado: 28 de junio de 2025


Era interesante el contraste de los objetos que componian el cuadro. El Aar estaba muy crecido y, saliendo de madre, habia inundado con sus ondas grises muchas porciones del valle, arrastrando chozas y cercas destrozadas, montones de piezas de madera, árboles enteros y algunos animales.

Estaban cogidas de la mano y se hablaban con extraordinario afecto, abstraídas enteramente de la algazara que en torno suyo reinaba. La primera se llamaba Demetria: era de Canzana, hija de la tía Felicia, que allí se encontraba sentada con otras mujeres, y del tío Goro, que fumaba tranquilamente su pipa departiendo con algunos vecinos. La segunda se llamaba Flora: era de Lorío: no tenía padres: vivía con sus abuelos, molineros y colonos del capitán, á quien éste otorgaba bastante protección. Mantenía desde muy niña amistad con D.ª Robustiana, y tanto por esto como por la que á sus abuelos profesaba D. Félix, solía pasar algunas temporadas en Entralgo. Demetria á pesar de su estatura no tenía más que quince años. Flora había cumplido ya diez y ocho. Ni la diferencia de edad ni la oposición de caracteres habían impedido que estuviesen unidas por tiernísima amistad. Tal vez el contraste mismo de su naturaleza la favoreciese. Flora aprovechaba cuantas ocasiones se le presentaban para subir á Canzana y visitar á Demetria.

Allá a la postre también D. Bernardo, sus hijos y su yerno comprendieron que hasta desde el punto de vista estético hacía falta en la familia quien representase la indisciplina, algo que formase contraste y rompiese la monotonía de aquella vida correcta.

En ocasiones traslada á la corte á campesinos y explota el contraste de sus hábitos antiguos con los nuevos modales, que intentan adoptar, convirtiéndolos en fuente inagotable de las más ingeniosas y agradables ocurrencias.

Así es le contestó Ricardo, abrumado de emoción ante aquel portento de suprema belleza, de insuperable dignidad, de extraordinario candor. Estaremos entonces en la chacra del contraste dijo ella con la mayor ingenuidad. Entiendo que tenemos el honor de hablar con la Pampita repuso Lorenzo acentuando esta palabra. No por qué el honor contestó ella, estableciendo así la propiedad del apodo.

Quiteria, toda honesta y toda vergonzosa, asiendo con su derecha mano la de Basilio, le dijo: -Ninguna fuerza fuera bastante a torcer mi voluntad; y así, con la más libre que tengo te doy la mano de legítima esposa, y recibo la tuya, si es que me la das de tu libre albedrío, sin que la turbe ni contraste la calamidad en que tu discurso acelerado te ha puesto.

Un pintor la hubiera preferido quizá en uno de esos momentos en que ella no tenía conciencia de misma; pero sin duda que esas mejillas habían alcanzado su más alto grado de contraste con la tela marrón de que iba revestida, cuando llegó a la puerta de la Casa Roja y vio a Godfrey Cass dispuesto para ayudarla a bajar del caballo.

Nada mas interesante que el contraste de esas poblaciones y sus campos vecinos, con el aspecto del país que la vista registra en todas direcciones. El espectáculo es hermoso y suministra la prueba del poder del hombre para crear la riqueza, aún en medio de una naturaleza ingrata, cuando se tiene voluntad para luchar y vencer los obstáculos.

Sin embargo, el contraste de aquella cortina oscura con la blancura de paloma del pueblo la hacía grata a los ojos y poética. En suave declive, por una carretera trazada al intento, bajamos al manantial que sale en el centro mismo del río Guadalquivir, el cual viene ciñendo la falda de la sierra. Hay una galería o puente que conduce de la orilla al manantial.

En nuestro planeta, el aceite la reemplaza, pues bebiéndolo copiosamente calienta su cuerpo. Gran contraste entre el hombre y los anfibios soñolientos, que aun en dicho clima saben vivir sin padecer mucho. Bastante lo indican los tiernos ojos de la foca. Nodriza del mar, de continuo está en relación con él, y sabe aprovechar todas las ocasiones para aprovisionarse.

Palabra del Dia

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