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Primero, del misterioso engranaje formado por las semejanzas y diferencias que existían en sus caracteres. En bondad de corazón y lucidez de inteligencia, eran iguales; de modo que podían quererse y estimarse. Segundo, en lo vario de sus genios, de suerte que mutuamente se buscaban, deseosas, por instinto, de hallar a sus facultades contraste y complemento.

No obstante, por regla general se atendía más al espectáculo que en éstos. Aun no habíamos llegado a ese grado superior de perfeccionamiento, mediante el cual las acciones deben formar grato contraste con el lugar donde se ejecutan; verbi-gracia, charlar en los teatros, reirse en las iglesias, ir graves, y silenciosos, y patéticos en el paseo, como sucede, afortunadamente, en Madrid.

Esas ideas, el contraste de la ilusión con la realidad, la lucha del deber con el placer hirieron de muerte a la desgraciada, haciéndola ver y sentir cuán difícil es la vida. Que quiso salir de ella es demasiado evidente. Falta sólo demostrar que realmente puso en práctica su propósito. No hay pruebas directas, pero todas las presunciones están contra usted.

La vida galante, de perfumes, de joyas, de elegantes y afrodisíacos venenos, de bacarrat, de música frívola y áureo tintinear de relucientes luises, tiene este amargo contraste del calabozo y del buriel del presidiario. El grillete disipa los sueños absurdos de morfina.

La psicología humana, la femenil sobre todo, es un arcano de complicaciones. Hay mujeres que aman más profundamente cuanto más irregular es la conducta del marido. El martirio es para ellas un estimulante espiritual. La perfección les produce tedio. Sólo hallan la felicidad por contraste con los disgustos.

El autor se inclina, finalmente, por el marfil teñido, influído, sin duda, su espíritu por las rumbosidades de Trajano que prefería el leve y sutil sonido de las perlas. Habla luego el licenciado de los colores de las maderas en contraste con el cutis de las tocadoras.

Desde que se llega á Madrid se comprende que allí reina con todo su poder y su abandono una autoridad que no emana del pueblo. La vasta ciudad, hermosa en su conjunto y en algunos de sus edificios, hace un extraño contraste con sus cercanías: es un oásis de piedra en medio de un desierto.

No solo tiene mas de doscientas fuentes públicas y particulares, sino que se llegaron á contar ahora siglos, en su término, mas de 5,000 vertientes. La población, fea, desigual, sin gracia, triste y bastante sucia, hace un raro contraste con los alderredores.

No es éste, á pesar de lo dicho, el único objeto del elemento cómico del drama español. El gracioso y la graciosa, con su ingenio perspicaz y analítico, mueven, además, ciertos resortes secretos, que sirven de complemento á la acción principal; con sus pensamientos y baja condición ofrecen un contraste, que realza sobremanera la elevación y nobleza de los personajes más importantes.

Aquella profunda tranquilidad de la vida, en contraste con los pensamientos que le agitaban, le impresionó, y siguiendo su camino muy preocupado se dijo: «¡Qué tranquilo está todo allá abajo!... Nadie sospecha nada, y, sin embargo, dentro de pocos días cuántos clamores, qué estruendo de descargas no hendirán los aires