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Actualizado: 8 de junio de 2025


Reparó el capellán que estas palabras suyas produjeron singular efecto en el marqués. Se contrajo su fisonomía: sus cejas se fruncieron, y arrancándole a Julián el chiquillo, con brusco movimiento le sentó en sus rodillas, palpándole las manos, a ver si las tenía mordidas o lastimadas. Seguro ya de que sólo el chaquetón había padecido, soltó la risa.

Su marido había sido comerciante, y en los últimos años jugaba en la Bolsa con fortuna. En esta temporada, Pepa contrajo la misma pasión. Una vez viuda siguió alimentándola. La prudencia, o por mejor decir la timidez que caracteriza a las mujeres en los negocios, la habían librado de la ruina, que suele ser, tarde o temprano, inevitable para los apasionados al juego.

Nucha le ofrecía de vez en cuando golosinas y calderilla, y el rapaz, como suele suceder a las fieras domesticadas, contrajo excesiva familiaridad y apego, y costaba trabajo echarle de allí, encontrándosele por todas partes, donde menos se pensaba, a manera de gatito pequeño viciado en el mimo y la compañía. Muchísimo le llamó la atención la chiquitina al pronto.

Justamente: de D. Alejandro Juárez... Bueno: pues Rafael contrajo en las Higueras la afección del hígado que le llevó al sepulcro a los cincuenta y cinco años de edad. ¡Lástima de mocetón, casi tan alto como yo, señora, con una musculatura no menos vigorosa que la mía, y un pecho como el de un toro, y aquel rostro rebosando vida!... ¡Ay!...

El noble salió ileso, pero en la mañana misma del duelo, que fue por demás húmeda y fría, contrajo una dolencia que acabó con él a los seis meses de la partida de Rodolfo. Dos meses después dio a luz su esposa un niño que heredó el título y la fortuna de Burlesdón.

Al mismo tiempo llevó la mano al bolsillo en busca de la cartera. Su semblante, que sonreía con la expresión triunfal del que lleva en el bolsillo la llave de todos los goces de este mundo, se contrajo de pronto. Una nube de inquietud pasó súbito por él. Buscó con afán. La cartera no estaba en aquel sitio. Pasó a los demás bolsillos. Lo mismo. ¡F....! ¡me han robado la cartera!

El malagueño dio la mano, para saltar, a Gloria, y esto me contrajo el corazón fuertemente; pero apenas los diminutos pies de ésta se posaron en el suelo y me lanzó una ojeada firme y rápida como un latigazo, volvió a dilatarse. Se descansó algunos minutos delante de una taberna y nos refrescamos con agua azucarada. Las damas se sentaron en las sillas que sacamos del establecimiento.

Al decir esto no pudo impedir que una ola de carmín tiñese de nuevo sus mejillas. Volvió, para disimular, la cabeza. Sus ojos tropezaron con los de Amalia, que se posaban sobre ellos lucientes, acerados. Contempláronse un instante. La boca felina de la valenciana se contrajo con una sonrisa. Fernanda quiso corresponder con otra tan falsa, pero no pudo.

De todas estas ventajas comenzó a usar largamente nuestro joven, presentándose en el mundo con el brío y la petulancia de los pocos años. Pisó los teatros a menudo, y los cafés, y los salones, y hasta los lugares menos santos; contrajo amistades y deudas; despeñose en aventuras amorosas que no son el amor. Todo le sonrió en un principio.

Partiendo de nuestra hipótesis, de que Lope contrajo su primer enlace á fines de 1588, hubo de regresar á Madrid hacia 1595. Aquí ó en Toledo entró, como secretario, al servicio del marqués de Malpica y del conde de Lemos, y en el título de El Isidro se llama también secretario del marqués de Sarriá, lo cual ha pasado desapercibido de todos sus biógrafos.

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