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El tío Juan, para quien es la primera taza, levantándola en alto, brinda: Por la salud de los presentes, que se disfrute muchos años la pareja, y que en el cielo nos veamos. Amén contesta á coro la reunión. La taza sigue pasando luego de mano en mano y de boca en boca, hasta que se agotan las dos azumbres de rioja.

¡Porque los compré!... ¿Y para qué los compraste? Por no ser menos que . Bueno, contesta: ¿dónde están?... Ricardo los guardó, pero yo no dónde. ¡Qué fastidio!... ¡José! dijo Lorenzo alzando la voz. ¿Señor? Hágame el servicio de ver en nuestro dormitorio... o por ahí... si están unos diarios... y tráigamelos. Don Ricardo los guardó en el baúl, señor... pero se llevó la llave.

Dios guarde a usted me contesta. Y hablamos. ¿Hay muchas fuentes en el pueblo?

¡Qué suerte ha tenido usted en que le hubiese reconocido, don Feliciano! exclamó el señor Miranda mostrando su ancho estoque de hierro con puño de hueso. ¡Pues la de usted no ha sido pequeña, don Pedro! contesta el comerciante esgrimiendo en el aire una hoja fina y pavonada de Toledo. Para entrar en la tienda de la Morana era preciso bajar dos escalones.

»Entonces se despeja su frente y contesta al punto: » Si, : es precisa esa partida. »Hoy mismo lo repetía, aun sabiendo que debo marchar mañana. »Sin embargo, he observado que a su padre le inquieta la proximidad del momento de mi marcha. »Esta tarde, al separarme de Magdalena, me ha seguido y, llamándome aparte, me ha dicho: » Amaury, mañana partes.

La saqué de la miseria, la vestí, la calcé, le di regalo, comodidades, cuanto pudiera apetecer. Ella abría la boca y yo abría el bolsillo, y palante siempre. Pues mira el pago. Dice que soy un bruto, que le repugno, que le doy asco. Le mando un ramo de flores y lo pisotea. Le escribo cartas y no me contesta. Voy a verla y me recibe con un gesto... En fin, la he mandado a paseo.

Pero, de repente, hija, de repente, sin avisar siquiera, sin decir agua va: nada, nada, nada. ¡Prurrruumm! caiga el que caiga... La tropa, ¡claro está!, contesta ¡prurrruumm! otra descarga.

Y gruñendo y sin hacer caso de las disculpas del P. Irene que trataba de esplicarse frotándose la trompa para ocultar su fina sonrisa, se fué al cuarto de billar. P. Fernandez, ¿quiere usted sentarse? preguntó el P. Sibyla. ¡Soy muy mal tresillista! contesta el fraile haciendo una mueca. Entonces que venga Simoun, dijo el General; ¡eh, Simoun, eh, mister! ¿Quiere usted echar una partida?

Si el patrón de la lancha de que son socios mis vecinos, les debe algo, desde sus balcones lo dicen, y en los mismos discuten el medio de cobrarlo. Por el balcón recibe Tremontorio las consultas que se le hacen sobre el tiempo; por el balcón las contesta, y el balcón es su observatorio.

Don Baldomero García dice: «Me parece bien; pero... no muchos coches...; ¿para quéEntra el general Guido y le comunican la idea, a que contesta, clavándoles unos ojos tamaños y mirándolos de hito en hito: «¿Coches? ¿Acompañamiento? Que traigan el carro de la Policía y se lo lleven ahora mismo.