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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Más que el miedo a ser sorprendido, le había molestado lo ridículo de esta situación. ¡Qué cosas llegaba a hacer un hombre serio influenciado por aquella vida de a bordo, que retrogradaba las gentes a la niñez!... El miedo al ridículo despertó su conciencia por una acción refleja, haciéndole ver la imagen de Teri que le contemplaba con ojos crueles y un rictus desesperado...
El alcázar de su felicidad ramplona permanecía aún en pie; pero ya estaba hecha y cargada la mina para volarlo. Antes de dar fuego, la que aún era intachable, de hecho, lo contemplaba melancólica para poder recordarlo bien cuando se sentara sobre sus ruinas.
Se limitó a fumar furiosamente sin decir palabra, en tanto que Federly, de espaldas a la chimenea, lo contemplaba con cruel sonrisa. Es lo de siempre, y lo mejor que puedes hacer es cantar de plano, Beltranillo dijo Federly. La novia se te va de París mañana. Ya lo sé repuso Beltrán furioso. Pero lo mismo da que se vaya o que se quede. ¡La dama pica muy alto para ti, poeta! ¿Y a mí qué?
Dos minutos después los cristales volaban en pedazos; los muebles, los jergones y la ropa blanca salía por todas las ventanas a la vez. Catalina contemplaba aquel estrago con aire tranquilo, y su nariz aguileña parecía más inclinada hacia la boca.
El que siguió fué solemne para los dos seres que quedaban en la roca. La condesa ocultaba el rostro entre las manos. Octavio la contemplaba en silencio.
Hablaba atropellándose, con las mejillas encendidas, vibrando por los ojos rayos de ira, agitando las manos temblorosas, moviendo todo su esbelto cuerpo como si estuviera sujeto a una fuerte corriente eléctrica. El P. Gil la contemplaba estupefacto.
»Y el desolado padre, cuya agitación iba en aumento, se retorcía las manos con dolor, mientras yo le contemplaba mudo y aterrado.
Luisa llegó con el carrillo y dio de beber aguardiente a los que habían combatido, y Catalina Lefèvre, de pie junto al borde de la rampa, contemplaba los muertos y los heridos esparcidos en la carretera, al final de largos regueros de sangre.
Arrogantes galanes, á fe mía, dijo Simón á Roger, que olvidado de todo contemplaba con embeleso espectáculo tan nuevo para él. Lo que yo pienso, dijo á su vez Tristán, es que si pudiera apoderarme de uno de aquellos alegres jinetes y hacerle pagar rescate, podría también comprarle a mi madre un par de vacas.... No seas cernícalo, Tristán, repuso Simón.
Las de mi niña pronto estarían engalanadas con todos los primores de la próxima primavera. De repente me sentí acometido de profunda tristeza. Contemplaba yo las cerúleas florecillas, frescas, lozanas, salpicadas de rocío, y pensaba yo en lo efímero de las esperanzas del hombre.
Palabra del Dia
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