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Actualizado: 12 de junio de 2025


Por grande que fuese el placer de don Juan, comenzó a experimentar temor. Su sentido moral, hasta cierto punto, le consentía apoderarse de una beldad, como quien se posesiona de un hermoso palacio; pero la idea de que el palacio llegase a estar de pronto habitado, y la consecuencia de tener él luego que cargar con el habitante, era cosa que le ponía los pelos de punta.

Al formarse las partidas de brisca o de tute no consentía que se lo diesen por compañero so pena de renunciar al juego. En fin, que estaba tan alerta y sobre que era imposible atacarla por ningún lado. No obstante, las de Meré persistían en su proyecto y trabajaban por llevarlo a cabo con paciencia; que es la garantía más segura para dar cima a las grandes empresas.

Era posible que don Antonio Cuadros, que tan rápidamente se enriquecía.... Pero no. El enérgico gesto de su madre le dio a entender que no consentía auxilios que lastimasen su amor propio. Tal vez más adelante ella no diría que no, cuando se reanudasen las amistades; ahora, desde la despedida de Andresito, eran bastante frías.

Mi único hijo.... Emma, durante todo el primer día, estuvo sentimental, excitada; su marido creyó que la maternidad iba a transformarla, pero a la mañana siguiente despertó con bastante calentura y nada tierna; cuando la postración se lo consentía, rabiaba en la medida de sus fuerzas. Le hablaron del puerperio, de sus peligros, y sintió nuevo terror.

Ante los cafés, las mesas al aire libre tenían mucho parroquiano, porque la templada atmósfera lo consentía; y bajo la claridad fuerte de los reverberos bullían los mozos sirviendo cerveza, café o bavaresa de chocolate, y el humo de los cigarros, y el crujir de los periódicos que desdoblaban, y las conversaciones, y el sonido seco de las fichas del dominó dando contra el mármol, llenaban de vida aquel trozo de acera.

El estorbo de los calzones hacía que sus pasos fuesen tan menudos que para salvar corto trecho necesitaba largo tiempo. Por otra parte, aunque quisiera tomar el camino del monte, la forma en que llevaba los brazos no lo consentía, pues era estrecho y desigual y se exponía á caer y no poder levantarse. Se resignó á seguir el de Entralgo. Bien avanzada la noche llegó á este pueblo.

El sueño traía impíos disparates, ideas que eran profanaciones, y se desechaban para atenerse a los pecados veniales con que brindaba la realidad ambiente. Miradas y sonrisas, si la distancia no consentía otra cosa, iban y venían enfilándose como podían en aquella selva espesa de cabezas humanas. Se tosía mucho y no todas las toses eran ingenuas.

Un pedante, creyendo que los cuatro comisionados tenían la facultad de alejar de Lima cuanto quisiesen la línea equinoccial, se echó a murmurar entre el pueblo ignorante contra el virrey marqués de Villagarcía, acusándolo de tacaño y menguado; pues por ahorrar un gasto de quince o veinte mil pesos que pudiera costar la obra, consentía en que la línea equinoccial se quedase como se estaba y los vecinos expuestos a sufrir los recios calores del verano.

Consentía de mala gana en las salidas al caer la tarde, que él aprovechaba para convertir en harén el sotabanco de Carola; pero de noche no le permitía poner el pie en la calle.

Y no a horcajadas, porque esto no lo consentía su decoro y su estética natural e inconsciente, sino sentada, lo cual es más difícil; hacía trotar y galopar a la bestia, espoleándola con los talones o azotándola con el extremo del ronzal o de la jáquima, cuando la tenía y no iba a pelo, sin brida ni rienda de ninguna clase.

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