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Actualizado: 24 de junio de 2025
En vano su hija le daba tormento doméstico para convertirle. Sólo conseguía hacerle llorar desesperado, como el infeliz rey Lear, o que montase en cólera y le arrojase a la cabeza algún trasto. Ella pasaba plaza de mártir, pero el mártir era él. Como don Santos había sospechado, Celestina no quiso darle té, ni tila, ni nada; no había nada.
Comenzada de nuevo la lucha, tampoco dio resultado alguno en bastante tiempo, apesar de que Miguel, cada vez más impaciente, atacaba con furia batiendo para herir el sable de su adversario; pero éste tenía brazo de hierro, y apenas si conseguía apartar la punta un instante. A los ocho o diez minutos volvió a sentirse cansado, mas no osó declararlo por vergüenza.
La virtud era cuestión de arte, de habilidad. No sólo se conseguía por el ayuno, por el ascetismo; este era un medio muy santo, pero había otros.
Por espacio de un cuarto de hora, mientras Reginaldo estaba ocupado con los Dawson, père et fille, permanecí en consulta con la viuda, tratando de ver si conseguía algún indicio sobre el paradero de Mabel. La señora Percival pensaba que, más pronto de lo que creíamos, nos haría saber dónde estaba oculta; pero yo, conociendo tan bien la firmeza de su carácter, no participaba de su opinión.
Una fila de damas ocupó un banco, esperando cada una con una caja de fósforos en la mano. Venía corriendo hacia ellas otra fila de hombres con cigarrillos en la boca y las manos atrás. Crujían los fósforos al inflamarse, y una salva de aplausos acompañaba al primero que conseguía volver a su asiento con el cigarrillo encendido.
Repetía con orgullo á Desnoyers todos los progresos que realizaba en la escuela, los vendajes complicados que conseguía ajustar, unas veces sobre los miembros de un maniquí, otras sobre la carne de un empleado que se prestaba á fingir las actitudes de un falso herido.
¡Allí!... ¡allí! dijo tendiendo una mano. Sus ojos de marino acababan de descubrir la leve traza de un periscopio que nadie conseguía ver. Bajó del puente, ó más bien, se dejó rodar por la escalerilla, corriendo hacia la popa. ¡Allí!... ¡allí!
No todos los días conseguía Ulises el placer de esta conversación que se desarrollaba invariablemente desde la vía Partenope al monumento de Virgilio. Las más de las mañanas aguardaba en vano frente á los puestos de los ostricarios, escuchando á los músicos que saludaban con sus romanzas y sus mandolinas las ventanas cerradas de los hoteles. Freya no aparecía.
Pero el antiguo vecino de Buenos Aires, para vivir resignadamente en la Patagonia, necesitaba una compensación mayor que el sueldo dado por el gobierno; y á causa de esto, siempre que el dueño del boliche le hablaba á solas, conseguía vencer sus escrúpulos.
El origen de su proceder era de tan difícil explicación, que ni ella misma podía justificarlo: estribaba en una preocupación casi pueril, meramente sentimental y supersticiosa; pero tan robustecida en fuerza de darle vueltas con el pensamiento, que no conseguía desterrarla ni vencerla.
Palabra del Dia
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