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Actualizado: 5 de julio de 2025
Estaba seguro dijo el herrador con tono provocativo, echándose para atrás , si yo no conociera las vacas del señor Lammeter, quisiera saber quién las conocería, nada más. Y en cuanto a la vaca que habéis comprado, barata o no, yo estaba allí cuando la purgaron; que me contradiga el que quiera.
No había rincón del pueblo que Martín no conociera. Para él, Urbia era la reunión de todas las bellezas, el compendio de todos los intereses y magnificencias. Nadie se ocupaba de él, no compartía con los demás chicos la escuela y huroneaba por todas partes. Su abandono le obligaba a formarse sus ideas espontáneamente y a templar la osadía con la prudencia.
La familia había logrado que nadie conociera tan singulares circunstancias, atribuyéndolas a locura, y sin sospechar en aquellas visiones su identidad con los éxtasis celestes de las bienaventuradas. Adriana tocaba como reliquias algunos objetos que le pertenecieran; así un crucifijo, pendiente de un pesado rosario de oro viejo.
Entre tanto, distraía sus impaciencias con los hechizos de una nietecilla que Dios le había dado, y era la criatura más hermosa que había nacido de madre. Andábase a la sazón en proyectos de llevarla a Sotorriba, para que la conociera su otro abuelo, don Lázaro, cuyos achaques le impedían salir de casa.
Si la inteligencia no conociese la infinidad del número, podria hacer el acto de la multiplicacion; pero incurriria en una contradiccion á causa de su ignorancia: siendo el número absolutamente infinito no puede tener aumento, su multiplicacion es absurda: la inteligencia que quisiese ejecutarla combinaria dos ideas cuya repugnancia no conociera, pero que no dejarian por esto de ser repugnantes.
Las revelaciones que de este modo se presentaron á sus ojos la llenaban de terror. ¿Y cuáles eran? ¿Pero qué podían ser sino las insidiosas insinuaciones del ángel malo, que habría deseado persuadir á aquella mujer, que estaba luchando y era solo su víctima á medias, que el aspecto exterior de pureza no era más que una mentira, y que si la verdad se conociera, la letra escarlata brillaría en más de un seno, y no únicamente en el de Ester Prynne? ¿Debía ella acaso recibir esas obscuras insinuaciones como si fueran una cosa real y positiva?
Porque al fin, señor cura, él la ama. ¡Qué horrible frase, aplicada como la aplico en este instante! «Me habéis dicho que no era una cosa rara enamorarse dos veces en la vida, señor cura; ¿estáis bien seguro? ¿Estáis convencido de ello? Dicen que el amor atrae al amor; si conociera mi secreto ¿me querría?
Y fue rara providencia del sabio que es de mi parte hacer que parezca bacía a todos lo que real y verdaderamente es yelmo de Mambrino, a causa que, siendo él de tanta estima, todo el mundo me perseguirá por quitármele; pero, como ven que no es más de un bacín de barbero, no se curan de procuralle, como se mostró bien en el que quiso rompelle y le dejó en el suelo sin llevarle; que a fe que si le conociera, que nunca él le dejara.
Se limpia la casa cuando vienen el teniente alcalde y el médico del Ayuntamiento con sus bastones de borlas, y se ha de dejar sucia cuando viene el... Pero cállese usted hombre, por amor de Dios esto se lo decía al ciego de la guitarra, que habiéndose enterado de la presencia de la señora, quiso que esta conociera la suya, y se acercaba tanto, que al fin parecía querer meterle por los ojos el mango del instrumento.
Cierto pesimismo se insinuaba a veces en su corazón, tanto más penoso cuanto mayor era su júbilo cuando pensaba que él la quería. A veces intentaba decirle con sinceridad lo que sentía. Cuando su expresión titubeaba, las palabras de él venían al encuentro de su idea y le daban forma, hasta en sus más velados contornos; era como si ya conociera Julio toda la intimidad de su alma.
Palabra del Dia
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