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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Es un buen hombre, y yo le quiero mucho... Y a doña Bárbara, ¿la conoce usted? Yo tampoco... Pero cuando Jacinta y yo seamos amigas, también lo seré de doña Bárbara... Francamente, estoy admirada del cariño que le tengo ahora a la mona del Cielo, cuando en otro tiempo, sólo de pensar en ella me ponía mala.
Yo danzaba desnuda, con un velo transparente anudado á mis caderas y otro flotante sobre mi cabeza... Danzaba horas y horas, lo mismo que una sacerdotisa brahmánica ante la imagen del terrible Siva, y Ojo de la mañana seguía mis danzas con sus ondulaciones elegantes... Yo creo en el divino Siva. ¿Usted no conoce á Siva?... Ferragut dió de lado al sombrío dios.
Conoce el hombre el bien, va en busca de él, y todos los bienes de este mundo no pueden llenar sus deseos: de aquí infiere que hay un Bien sumo distinto de este mundo, que en sí encierra todos los bienes, que á este se enderezan sus inclinaciones, y que en su posesion consiste su felicidad, pues que en ella consiste el poseer todos los bienes que apetece. Este sumo Bien es Dios.
Nieves no mostró el menor deseo de conocer aquella razón, y así quedó el asunto. Un poquito más allá, preguntó a Leto: Y a las Escribanas, ¿las conoce usted? Con esta pregunta se quedó Leto bastante atarugado y algo encendido de mejillas: ¡le había dado tantas bromas el fiscal con la Escribana mayor! Pero se rehízo enseguida, y contestó a Nieves: Otras bachilleras por el estilo.
Pero esto es precioso, y ya que una ha de morirse, porque no hay más remedio, que se muera aquí. ¡Jesús, qué cosa tan buena! Mi vestido es motivo de admiración. Eso bien se conoce. Acaba de llegar Joaquín y se dirige hacia mí... ¿Qué campanas son estas? ¡Las cuatro! Si estoy despierta, si no he dormido nada, sí estoy en mi cuarto miserable... Dios no quiere que yo descanse esta noche.
El anciano Hales vive siempre en las Encrucijadas de Owston, y hace poco que vino a Londres, acompañado de su esposa, a hacernos una larga visita. En cuanto al secreto del cardenal, hasta hoy no se ha traslucido nada, el público no lo conoce, pues está demasiado bien guardado por nosotros.
Oranteo, hijo del rey de Hungría, ama á Laura, joven dama de singular belleza, pero cuya condición no es igual á la suya, y tiene de ella dos hijos. El Rey se opone á que se case el Príncipe con Laura, proyectando enlazarlo con otra Princesa. Para lograr su propósito, intenta enemistar á los dos amantes, y se enamora de Laura, á quien no conoce por su verdadero nombre.
A mí me ha enterado quien le conoce a usted bien... ¡Ah!, pobre hombre, ¿sabe usted lo que nos inspira? Pues lástima, una lástima que no puede ponderarle, por lo grande que es... Completamente aturdido, cual si le hubieran descargado una maza sobre el cuello, Izquierdo se sentó sobre la cesta, y esparció sus miradas por el suelo.
Mi entusiasmo por la artista dijo con timidez. Yo admiro mucho el talento de usted. Leonora prorrumpió en una ruidosa carcajada. ¡Pero si usted no me conoce! ¡Si usted no me ha oído nunca!... ¿Qué sabe usted de eso que llaman mi talento? A no ser por ese parlanchín de Cupido, hasta ignorarían en Alcira que yo canto y soy conocida fuera de aquí.
El principio buscado, por ser absoluto, no se exime de ser conocido, pues si no lo conocemos, mal podremos afirmar que es absoluto; y si no se presenta ni se puede presentar entre las determinaciones empíricas de nuestra conciencia, ni es, ni puede ser conocido. El hombre no conoce lo que no se presenta en su conciencia.
Palabra del Dia
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