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Actualizado: 5 de junio de 2025


Trascurrían los minutos, y ni uno ni otro rompían aquel silencio dichoso ni se distraían un punto de la atención intensa en que sus espíritus se confundían. Aquel ser diminuto, inconsciente, aquel pedacito de carne rosada se reflejaba igualmente en sus ojos y ataba con hilos invisibles sus almas y sus vidas. ¡Qué hermosa es!

Llegué, y en la pequeña plazoleta que hay a la entrada de la iglesia, entonces convertida en Congreso, había, como de costumbre, gran gentío. Extendí con avidez la vista por la multitud de caras que allí se confundían, y no vi ninguna de las que buscaba.

Como niños ambos, aunque de distinta condición, pronto nos tratamos con la confianza propia de la edad, y mi mayor dicha consistía en jugar con ella, sufriendo todas sus impertinencias, que eran muchas, pues en nuestros juegos nunca se confundían las clases: ella era siempre señorita, y yo siempre criado; así es que yo llevaba la peor parte, y si había golpes, no es preciso indicar aquí quién los recibía.

En otros términos: la escena principal, por medio de los carros que la circuían, estaba rodeada de otras escenas parciales, que se confundían con ella, engrandeciéndola con el auxilio de las cortinas, ó separaban á unas de otras, según las circunstancias.

Había en esta sensación una mezcla religiosa de respeto y enternecimiento en que se confundían todos los recuerdos de la infancia impregnados de ese amor filial exclusivo, fervoroso y absorbente, que produce la cólera rabiosa de los niños cuando la niñera les arranca de los brazos paternos y el ansia de ir a ellos cuando vuelven a tenerlos cerca.

Más bien parecía un taumaturgo de alma atormentada, un mágico prodigioso; pero en él se confundían la poesía del uno y la música del otro. Era el arcángel rebelde, hermoso como el fuego, que viniendo de abajo reconquistaba su divinidad. ; también es mi dios dijo tras breve pausa.

En el momento en que el mozo oia lo que cada comensal le encargaba, lo anunciaba gritando desaforadamente como era necesario para que le oyese el cocinero, á una distancia de cuarenta ó cincuenta pasos. De modo que si pedian á un tiempo de comer varios comensales, los respectivos mozos gritaban á la vez; aquellos gritos se confundian y formaban un guirigay y un clamoreo que nos atolondraba.

Machín, sin atender a las indicaciones del atalayero, se lanzó sobre las olas amarillas de la barra, allí donde se confundían el cielo y el mar, y pasó él y pasamos nosotros con una velocidad vertiginosa, tan pronto en la cumbre de una montaña de agua, como casi atravesándola por en medio.

Cuando Juan, sable en mano, pasó ante el coronel, las dos imágenes de las dos hermanas, se reunían, se confundían tan bien en sus recuerdos, que entraban y desaparecían, por decirlo así, una en la otra, formando una sola y misma persona. Todo paralelo se hacía imposible, gracias a esta singular confusión de los dos términos de comparación.

Por todas partes, alrededor, dominaba igual color neutro, triste; las aguas amarillentas se confundían en la penumbra con el cielo. Nunca he sentido mayor melancolía. Pasamos por delante del coronamiento de popa, que tenía tres pisos fuera del agua, con galerías y ventanas recargadas de adornos barrocos.

Palabra del Dia

rigoleto

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