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Actualizado: 22 de junio de 2025
Mira ese cielo. ¿Ves aquella estrella, Que entre las otras fúlgida descuella Del mar en el confin? Ese es tu hijo tambien. ¡Chispa divina, Que brotó de tu mente peregrina, Y en sus alas llevóse un serafin! ¿Por qué llorar?
Tú en pago, Madre, cuando llegue el plazo De alzar el vuelo al celestial confín, Estrechándome a ti con dulce abrazo, No me apartes jamás de tu regazo. ¡No me apartes de ti!
El piar de pájaros también se precipitaba en aquel sombrío confín, y los chillidos con que Juan Evaristo pedía su biberón.
Mientras las luces astrales que titilan en los cielos se miran en los cristales de los hielos, y sube la nota única como un ágil rima rúnica que allá en la noche serena va dilatando sus ecos por el último confín, y la campanilla suena dilín, dilín... ¡Melodiosa y cristalina suena, suena, suena, suena, suena, suena la nota ágil y argentina con metálico y alegre y límpido retintín! ¡Escuchad!
Allá en el confín del horizonte percibí una torre elevada, y al lado de ella otras varias más chicas. ¡Sevilla! ¡Sevilla! grité con voz recia, sin poder reprimir la extraña y viva emoción que me embargaba. Y avergonzado en seguida de aquel grito, me volví para ver si mis compañeros se reían.
Nació gimiendo; entre gruñidos y pataleos recibió el agua del bautismo, y gruñendo volvió a casa y continuó, sin cesar, muchos días, comiéndose los puños apretados y perneando rabioso, como sapo clavado en estaca, mientras la pacífica y rozagante Verónica, olvidada de su familia en el último confín del hogar, no se moría de hambre porque la niñera cuidaba, de propio impulso, de esos y otros menesteres.
Yo te saludo con el alma extática, Que siempre fué por tu esplendor fanática Queriendo verte ondear en el confín. Rotos los lazos de la unión política, Bendícete mi patria en la hora crítica como al emblema de un amor sin fin... Ved la otra que se ostenta dominante Llena de juventud y de vigor, Y porque es ella fuerte va delante Deslumbrando con su áurico fulgor.
Hacia el oeste, el campo se ensanchaba y extendía en abra, pero que la ineludible línea sombría enmarcaba a lo lejos. A esa hora temprana, el confín, ofuscante de luz a mediodía, adquiría reposada nitidez. No había una nube ni un soplo de viento.
Patria del alma, madre bien amada, hoy con el alma triste acongojada contemplo tu infortunio y tus pesares; tu dolor es mi propia desventura y te envío un saludo de ternura desde el confín de los remotos mares. Patria siempre querida: hoy que lloras vencida, tu imagen pura y santa más y más en mi pecho se agiganta. Y ¿por qué has de llorar?
El drama ya ha empezado y sin sentirlo un acto ha terminado. Y suben el telón del segundo acto. La adolescencia loca, con sus brios de férvida osadía, se levanta gigante en medio de la lucha desafiando al mundo con los años que tiene por delante. Se propone vencer, porque confía en ese amor sin fin que engendra un ideal, y en el firme y seguro pedestal de una amistad sin cerco ni confín.
Palabra del Dia
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