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Tuvo que hacerse el ensanche solo por la parte de oriente; y esta circunstancia es fácil comprender cuánto no habia de quebrantar la unidad y la armonía.

Mi mujer hizo ademan de replicarme, sin duda para tranquilizar mis escrúpulos, porque tiene demasiado sentimiento moral para no comprender que la razon estaba de mi parte; quiso contestarme, repito; pero tuve la suerte de que se me ocurriera una observacion, á la cual no resiste nunca una mujer.

Demasiado sabe usted que la tiene ganada. Carlota gozaba tranquilamente del triunfo de su marido, aunque sin comprender bien por qué la gente daba tal importancia a aquellos muñecos de yeso. D.ª Carolina estaba igualmente asombrada de que se hablase de dinero tratándose de estatuas.

Y quiso marcharse. No, señorita; oígame Vd. un momento. ¡Si Vd. supiera comprender lo que es para su indulgencia! Sin dejarle acabar, se dirigió a la puerta del despacho, y en voz muy baja, con un mohín encantador, volvió a repetirle: Exigente, exigente.

Lázaro les vió á todos inmóviles, como figuras de palo: todos le miraban, excepto Clara, la cual insistía en acercar tanto los ojos á su labor, que era difícil comprender cómo no se sacaba los ojos con la aguja. Elías miró á Lázaro con asombro.

Momentos después aparecía ante ellos, confusa, mirándolos, sin acertar a explicarse; procuró sonreír y se sentó en una silla, casi al borde. Pero en seguida hizo un ademán de sobresalto y se levantó, indecisa. Había en toda su persona esa nerviosidad contenida y esos modos inopinados de quien procura hacerse comprender por alguien, con el temor de que otros, presentes, puedan advertirlo.

Durante este periodo, Barbacana se hacía el muerto, limitándose a apoyar débilmente, como por compromiso, al candidato propuesto por la Junta carlista orensana, y recomendado por el Arcipreste de Loiro y los curas más activos, como el de Boán, el de Naya, el de Ulloa. Bien se dejaba comprender que Barbacana no tenía fe en el éxito.

Y, en realidad, este último caso ya se ha dado varias veces. ¿Cuántos muchachos que comenzaron haciendo cosas interesantes no se volvieron idiotas tan pronto como se los llamó a un buen periódico y se les dio un buen sueldo? Los directores no se explicaban la causa, y, sin embargo, era una causa muy fácil de comprender: esos muchachos nunca habían tenido talento. Lo que habían tenido era hambre.

Al llegar aquí Tirso creyó oportuno poner gesto triste, y dando a la voz acentos de amargura, dijo: ¡Ah, señora! ¡Si Vd. pudiera apreciar la pena de mi corazón al comprender que las ideas de mi hermano disculpan... hasta justifican, que yo tome cartas en este asunto!

Fue menester que Rafaela se retirase a su casa a media función, sin contribuir al triunfo de la famosa cantarina y sin presenciarle. Sólo el vizconde, testigo de aquella escena, pudo comprender sus causas y explicar su significado. Don Joaquín no volvió a servirse del bastón, porque Rafaela le dijo que el verle le hacía daño. En efecto; Rafaela era una criatura muy singular.