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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Pero las decoraciones, tales como hoy las comprendemos, con sus cambios regulares, no jugaban jamás en ellas. Las cortinas sencillas exornaban la mayor parte de las escenas, representando diversas localidades, según lo exigían las necesidades del teatro.
En esto se fija y esto logra pintar el autor de El celoso extremeño, de Rinconete y Cortadillo, de La ilustre fregona, de La Gitanilla y de casi todas las demás novelas ejemplares por donde, merced a su agudeza psicológica, nueva o antes casi nunca empleada en este género de ficciones, Cervantes viene a ser el padre o el fundador de la novela, tal como la concebimos y comprendemos en el día.
Las palabras finales del mayor monstruo los celos, como escribió el autor, no como imprimió el ladrón, aluden, sin duda, al texto antiguo, visiblemente de Calderón; pero tenido, sin duda, por él en poca estima é impreso contra su voluntad. Debajo de este título comprendemos siempre la gran colección de comedias españolas de autores diversos, cuyo índice copiamos en el apéndice al tomo III. El Sr.
Y no acostumbra, como suelen hacerlo otros hombres inteligentes, abordar asuntos difíciles para demostrar que viven en un mundo de ideas superiores. Al contrario, nunca le he oído hasta ahora hablar sino de temas que nosotras comprendemos. Ese tacto que tiene su alma es lo que en él más me gusta. Hoy, por ejemplo, nos habló de un autor ruso, Nicolás Gogol.
Pero, por entusiasta que nuestra generacion sea comprendemos que en la gran fábrica social debe existir la subdivision del trabajo; he escogido mi tarea y me dedico á la ciencia. La ciencia no es el fin del hombre, observó Simoun. A ella tienden las naciones más cultas. Sí, pero como un medio para buscar su felicidad.
Así comprendemos dos que se hallan en su Cancionero, destinados probablemente á representarse en la Semana Santa en el oratorio del palacio de Alba. Escasa es, en verdad, la acción de ambos, pero se observa en ellos algún adelanto, comparados con los anteriores. Ya son más los interlocutores, y no sólo pastores.
¡Vos amáis! ¡amáis por la primera vez! dijo Quevedo con acento sonoro, seco, vibrante, solemne. ¡Oh! ¡sí! ¡yo creo que sí! ¡yo estoy loca! exclamó Dorotea. ¡Misterios del espíritu! murmuró Quevedo ; ¡no nos comprendemos! ¡la ciencia escrita! ¡mentira! ¡la ciencia permanece oculta! ¡yo adivino, yo presiento... porque veo... observo... y me asombro! ¿De qué os asombráis? De mí mismo.
Dotados ya de esa vista profética, comprendemos en toda su extensión la sublime empresa de la redención humana por el Salvador; y así como vemos levantarse y perfeccionarse el templo de Salomón, así también se eleva en nuestro espíritu la Iglesia de Cristo, sobrecogiéndonos y arrebatándonos: el vate es aquí profeta, la poesía una revelación, y la magia brillante de que ésta se reviste, se trueca luego en humildad y rendimiento al servicio de Dios, para anunciar esos misterios elevados, que la palabra no puede expresar.
El obelisco no nos atrae, no nos llama, no nos interesa, no nos seduce, sino porque es una especie de escritura sagrada, un geroglífico que no comprendemos, un pensamiento que no adivinamos, el símbolo de una creencia, un símbolo de fe, un símbolo de religion.
Florentina, que es un ángel de Dios, ha querido hacer de ti una amiga y una hermana; no conozco un ejemplo de virtud y de bondad como las suyas... ¿y tú qué has hecho?... huir de ella como una salvaje.... ¿Es esto ingratitud o algún otro sentimiento que no comprendemos? No, no, no replicó la Nela con aflicción yo no soy ingrata.
Palabra del Dia
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